DETROIT, la nueva película de la directora Kathryn Bigelow ('La noche más oscura', 'En tierra hostil') sobre uno de los momentos más oscuros de los disturbios civiles que sacudieron Detroit en el verano de 1967, llegará a los cines españoles este otoño 2017.
Kathryn Bigelow, que pasará a la historia como la primera mujer en ganar el Oscar a Mejor Dirección gracias a su película 'En tierra hostil' (2008), se adentra en DETROIT en una de las revueltas raciales mas salvajes y violentas de la historia de Estados Unidos: los disturbios que tuvieron lugar en Detroit (Michigan) durante el verano de 1967, cuando una redada policial acabó desencadenando uno de los mayores levantamientos ciudadanos de EE.UU, convirtiendo la ciudad, tras los choques con la policía, a una autentica zona de guerra. Comercios saqueados, edificios ardiendo y 7.000 detenidos en cinco días de locura que se saldaron 43 muertos y más de 2.000 heridos.
El verano de 1967 fue un momento fundamental de la historia moderna de Estados Unidos, en el que el país se encontraba sumido en un creciente malestar político y social: la escalada de la intervención militar del país en la Guerra de Vietnam y décadas de represión e injusticia racial. Los epicentros de todo ese descontento y furia apenas contenida resultaron ser las grandes ciudades del país, con su discriminación sistémica, sus disparidades raciales en educación y vivienda, y el creciente desempleo reinante en las comunidades afroamericanas.
Los disturbios comenzaron cuando la policía realizaba una redada en un bar sin licencia, encontrándose con una fiesta más grande de lo esperado. La resistencia de una muchedumbre hostil fue el pistoletazo de salida para cinco días de protesta destructiva alimentada por el racismo imperante en la sociedad americana.
Dos noches después de iniciarse los disturbios en Detroit, un informe de disparos en las inmediaciones de una zona de preparación de la Guardia Nacional llevó al Cuerpo de Policía de Detroit, a la Policía Estatal de Michigan, a la Guardia Nacional de Michigan y a un guardia privado de seguridad local a registrar y tomar un anexo del cercano motel Algiers. Varios policías se saltaron las reglas de procedimiento y se dedicaron a interrogar de forma brutal y contundente a los huéspedes del motel, llevando a cabo un “juego letal” en un intento de intimidar a alguien, a quien fuera, para que confesara. Al acabar la noche, tres jóvenes desarmados habían sido abatidos a quemarropa y varios hombres y mujeres más habían recibido brutales palizas. No se encontró ningún arma.
La historia de DETROIT se centra este incidente del Algiers Motel, situado aproximadamente a un kilómetro y medio al sureste de donde comenzaron los disturbios. Tres civiles, todos hombres negros, murieron y otras nueve personas, dos mujeres blancas y siete hombres negros, fueron brutalmente torturados después de que se recibiera el informe de un disparo cerca del motel.
Mark Boal, guionista galardonado con el Premio Oscar a Mejor Guión por 'En tierra hostil', ha estado trabajando en el guión de la película durante un año y justo se estrenará cuando se cumple el 50 aniversario de los disturbios. "DETROIT es un drama criminal que explora el racismo sistémico en la ciudad de Detroit, en medio de los devastadores disturbios ocurridos durante cinco días en 1967".
DETROIT está protagonizada por John Boyega (“Star Wars: Episodio VII El despertar de la Fuerza”, “Attack the block”), Anthony Mackie (“Capitán América: Civil War”, “En tierra hostil”, “Million Dollar baby”), John Krasinski (“13 horas: Los soldados secretos de Bengasi”, “The Office” [TV], “Tierra prometida”), Kaitlyn Dever (“Uno para todas” [TV], “Justified” [TV], “J. Edgar”), Will Poulter (“El renacido”, “El corredor del laberinto”, “Somos los Miller”), Jack Reynor (“Macbeth”, “Noche real”, “Transformers: La era de la extinción”), Hannah Murray (“Juego de tronos” [TV], “God Help the Girl”, “Skins”[TV]), y Tyler James Williams (“Mentes criminales: Sin fronteras” [TV], “The Walking Dead”[TV], “Todo el mundo odia a Chris” [TV]).
Tras décadas de abandono y promesas incumplidas, el centro urbano de la ciudad estalló en una oleada de violenta rebelión, y la respuesta militarista a los disturbios no hizo sino echar más leña al fuego de la discordia. La combinación de caos y fuerza llegó a desdibujar por momentos la línea que separa a la víctima del perpetrador.
Más allá de las atroces pérdidas, la mayor baja, no obstante, fue la inocencia, como queda demostrado en la historia dramática central de la película. Los hechos reales de lo que sucedió una aterradora noche en el motel Algiers y sus consecuencias, aunque fueron muy conocidos en su momento, han quedado desde entonces relegados a la condición de mero pie de página en los anales de la historia.
En las expertas manos de Bigelow, los incidentes de esa fatídica noche y lo que sucedió a continuación se resucitan para quedar vívidamente reconstruidos. Este enfoque cercano y personal reproduce la técnica que Bigelow ya dominara en “En tierra hostil (The Hurt Locker)” y “La noche más oscura (Zero Dark Thirty)”. El medio cinematográfico, en opinión de la directora, “apela al subconsciente, lo que se presta a una implicación casi activa del espectador”.
En “En tierra hostil (The Hurt Locker)”, Bigelow logró transportarnos a Irak, mientras que en “La noche más oscura (Zero Dark Thirty)”, nos llevó directamente al complejo de Osama Bin Laden. “En esta ocasión, quería meter al espectador en el motel Algiers, de modo que viviera los acontecimientos casi en tiempo real”.
Al destapar este momento crucial pero en gran parte olvidado de la historia reciente de Estados Unidos, Bigelow y Boal pretendían rendir homenaje a los supervivientes y a los fallecidos de una manera que resultara considerada y respetuosa. Boal, que le presentó inicialmente la idea a Bigelow y a Annapurna Pictures a través de su Page 1 Productions, llevó a cabo una labor exhaustiva de documentación del incidente y habló con todos a los que pudo localizar que siguieran aún vivos y hubieran estado implicados de algún modo en la rebelión urbana en las calles de Detroit.
Como Kathryn Bigelow y Barry Ackroyd utilizaron una cámara familiar de estilo documental a lo cinema verité, la directora y el montador Billy Goldenberg tomaron la decisión de incorporar metraje ya existente a la película para realzar la fuerte narración central y sumergir al espectador. “Durante el proceso de documentación encontré grabaciones de los disturbios que encajaban a la perfección con el trabajo de Barry, hasta el punto de poder incluirlos en la película para dotarla de un realismo casi táctil”.
“En el cine, la historia puede resultar un poco aséptica, sobre todo si hablamos de acontecimientos sucedidos hace 50 años”, opina Boal. “Únicamente cuando conoces a las personas implicadas, empiezas a darte cuenta de que la historia general está formada en realidad por las historias individuales. Y en eso fue en lo que se centró mi guion”.
A partir de 2014, Boal y su equipo de documentación entrevistaron a docenas de participantes en los propios disturbios, desde residentes afroamericanos de la comunidad a policías y personal militar. Su equipo de documentación de seis personas a tiempo completo, encabezado por el reportero de Detroit ganador del premio Pulitzer David Zeman, descubrió una ingente cantidad de materiales, que incluían reportajes de televisión, radio y prensa escrita, actas judiciales, materiales de investigación del FBI y el Departamento de Justicia, testimonios contemporáneos, investigaciones sociológicas, así como documentos que no habían visto nunca la luz del Cuerpo de Policía de Detroit y de la Universidad de Michigan.
De las docenas de historias personales con las que se encontró Boal, una le llamó especialmente la atención, el documento histórico de Larry Reed (interpretado en la película por Algee Smith), el vocalista principal de un popular grupo coral muy prometedor, The Dramatics, que había reservado una habitación para esa noche en el motel Algiers para sí mismo y su amigo íntimo, Fred Temple (Jacob Latimore), a fin de evitar encontrarse en la calle durante el toque de queda. “Larry se encontró metido en esta historia de crímenes reales”, comenta Boal, “y alteró para siempre el curso de su vida; y eso fue lo que, en mi mente, constituiría el eje central de la película”.
Boal localizó a Reed, que no había hablado públicamente sobre el incidente en décadas. Aunque en un primer momento no estaba muy seguro, Reed acabó compartiendo su desgarradora experiencia de esa noche en el motel Algiers y Boal quedó tan conmovido, que se dio cuenta de que tenía que sacar a la luz este momento injustamente olvidado de la historia. Además de todas las pruebas documentales sobre el Algiers, logró encontrar a otros huéspedes más que también habían quedado marcados para siempre por este aterrador incidente y habían guardado un silencio casi absoluto desde entonces.
Contar esta historia coral conllevaba la responsabilidad de hacerlo de manera justa y sin juicios de valor, opina Bigelow, que también habló y pasó tiempo con los supervivientes. “Cuando estás haciendo una historia sobre hechos reales y conoces a los testigos de dichos hechos, quieres asegurarte de que esas experiencias no sucedieron en vano, que puedes transmitir la relevancia de su historia y hacérsela entender a los espectadores”.
Boal agrega: “Cuando decides contar una historia real como esta, tienes que abordarla con un sentido de responsabilidad personal, tanto para con la historia como, con mayor motivo aún, para con los individuos implicados, algunos de los cuales sobrevivieron, mientras que otros no. Aunque estábamos creando una obra de entretenimiento ficticio y no un documental, cargábamos con la responsabilidad de hacer honor al pasado de una forma que resultara considerada y respetuosa”.
“Nos pusimos en contacto con los herederos de Jacob Lawrence con una idea, mezclar unos paneles con otros, de modo que cada uno llevara al siguiente. Llegado el momento de incorporar texto, volvimos a quedarnos impresionados ante la magnitud y la complejidad de todo lo que condujo a la agitación de la década de 1960. Esta vez recurrimos a Henry Louis Gates, Jr., director del Hutchins Center for African American Research (Centro Hutchins para la Investigación Afroamericana) de la Universidad de Harvard”, explica Bigelow.
El proceso de selección de Bigelow dejó en un primer momento desorientado a Algee Smith, que interpreta el papel protagonista de Larry Reed, vocalista principal de un prometedor grupo de R&B llamado The Dramatics, que se refugia en el motel Algiers con su amigo Fred Simple (Jacob Latimore), pensando que así estará a salvo de los disturbios. Incluso cuando ya sabía que estaba contratado, Smith siguió sintiéndose algo confundido, dado que no le dijeron qué papel iba a interpretar hasta una semana después de presentarse en el set de rodaje de Boston.
“Al principio, resultó algo confuso”, admite, “pero luego entendí realmente por qué Kathryn optó por este estilo improvisado para la selección del reparto y el rodaje. Fue una genialidad. Fue una manera de mantenerte desconcertado, para sacarte una intensidad espontánea y cruda. Nunca había rodado así, sin ninguna planificación. Yo llegaba al set y [Kathryn] me decía ‘vale, esto es lo que vais a hacer hoy. Vamos allá, en marcha, ya’. Y así es cómo consiguió reproducir tan bien los momentos reales. No tuvimos ocasión de preparar lo que iba a pasar, así que nuestras reacciones siempre eran sinceras y espontáneas”.
Pasarse día tras día de pie, cara a la pared, aguantando insultos y malos tratos, acabó pasando factura a Smith y sus compañeros de reparto, sostiene. “Hizo que me sintiera verdaderamente aterrado y me llevó, por momentos, a lugares muy oscuros. Fue tan crudo e implacable que podíamos sentir todos el dolor y la emoción, aunque no era nada comparado con lo que pasó en realidad”.
Tras conocer que interpretaría a Larry Reed, el joven cantante con aspiraciones, Smith tuvo ocasión de conocer y pasar algo de tiempo con el auténtico Reed y descubrir cómo esa fatídica noche cambió el curso de su vida. “Fue duro oír sus historias”, admite Smith. “Me mostró las cicatrices que aún tenía de esa noche. Me mostró dónde sigue teniendo el cráneo fracturado”.
En el papel de Melvin Dismukes, un guardia de seguridad que protege una tienda de comestibles local de saqueadores y se ve involucrado en el caos del motel Algiers, Bigelow eligió a una joven estrella en alza, el actor de origen británico John Boyega, conocido para los espectadores de todo el mundo por su papel de Finn en la nueva trilogía de Star Wars.
“Melvin Dismukes es un personaje interesante”, opina Boyega, “un tipo decente que se encuentra en el lugar equivocado en el momento equivocado. Acudió al Algiers para ejercer de protector tácito de esos jóvenes, pensando que podía hacer algo bueno al estar presente para cuidar de ellos y, al final, lo culpan por tratar de hacer lo correcto, no solo los agentes de la ley, sino su propia comunidad”.
Al igual que Algee Smith, la forma de trabajar de Bigelow hizo que Boyega se sintiera completamente inmerso en el rodaje. “Dada la intensidad de la historia y el cuidado y el respeto que todos mostraban por ella”, prosigue Boyega, “cada toma era importante, desde el momento en que pisabas el set hasta el último plano. Incluso te seguía hasta casa”.
Boyega también desarrolló un vínculo con la persona real a la que interpretaba. Pasó cierto tiempo con Melvin Dismukes, que, junto a otros supervivientes, ejerció de asesor del filme. “Nunca había interpretado a una persona real”, admite, “y Melvin habló en profundidad sobre su experiencia. Habló desde la perspectiva de sus sentimientos: cómo reaccionó cuando sucedieron ciertas cosas y las contradicciones que se le pasaban por la cabeza. Habló emocionado sobre cómo se sintió malinterpretado por su propia gente, así como por la ley. Fue un tipo al que le encomendaron una tarea para la que no estaba preparado y luego lo condenaron por ello ”.
El papel crucial de Philip Krauss, el policía que dirige el “letal” interrogatorio e intimida a sus compañeros agentes para que hagan lo que él diga, fue asignado a otra joven estrella en alza de origen británico, Will Poulter, que apareció recientemente en “El renacido (The Revenant)”. El personaje, explica, no está basado en ninguna persona concreta, sino que más bien refleja el comportamiento de los agentes de policía implicados en los acontecimientos, y se creó a partir de los testimonios de primera mano de lo sucedido.
El mayor reto de Poulter, comenta el actor, fue interpretar a un personaje con el que no sentía la más mínima conexión. “No podía conectar para nada con él. No podía encontrar ningún parecido. Se trataba fundamentalmente de comprender la forma de pensar tan desinformada y negativa característica de una conducta así de racista. Sabía muy poco de la historia de Estados Unidos, y menos aún de la historia afroamericana, así que tuve que documentarme. Aun así, resultó difícil tratar de aceptar la clase de metodología que conduce a la deshumanización de los afroamericanos y, para ser sinceros, el papel que tienen los blancos en promover esa clase de sistema”.
Aunque fue difícil sentirse orgulloso de su trabajo cuando se trata de interpretar a un individuo que maltrata cruelmente a otros, Poulter sintió la responsabilidad de poner al descubierto esa clase de conducta aberrante y distinguirla de los actos de los policías respetuosos con la ley.
La conducta de Krauss se vuelve más repelente aún cuando contagia a sus compañeros agentes, cuya preparación los lleva a presentar un frente unido y a apoyarse unos a otros, pase lo que pase. “Krauss es el responsable de un método utilizado entonces por la policía, por el que usaban tácticas hostiles para provocar reacciones agresivas o violentas de afroamericanos y justificar así su arresto”, sostiene Poulter.
Aunque podía percibir la intensidad de la historia incluso sobre el papel, la carga de interpretar a una persona tan amoral resultó muy pesada para Poulter que, fuera del set, había trabado amistad con los actores que interpretaban a los jóvenes hombres y mujeres a los que tenía que maltratar cada día. Algee Smith relata cómo un día Poulter ya no pudo aguantar más.
“Hubo un momento durante el rodaje en el que Will no pudo más y se echó a llorar”, recuerda Smith. “Miró a Kathryn y le preguntó: ‘¿Cuántas veces más vamos a tener que hacer esta escena? Porque me está resultando muy dolorosa’. Y eso hizo que los demás prácticamente nos derrumbáramos. Intenté darle un abrazo, pero entonces me vine abajo con él. Y pensé: ‘Si alguien puede sentir semejante dolor y emoción con solo interpretarlo, en la vida real tuvo que resultar mucho más doloroso”.
“Tenía muy claro el estado emocional del reparto, y a Will en especial le pasó una enorme factura”, admite Bigelow. Consciente de lo doloroso que estaba resultando, Kathryn cambió rápidamente de planes: “Dimos la escena por acabada y seguimos adelante”.
La tensión casi insoportable de DETROIT, sobre todo en las escenas de los interrogatorios en el pasillo del motel Algiers, se derivaba a partes iguales del guion cargado de emoción de Boal y de la ingeniosa técnica empleada por Bigelow para darle vida. No solo mantuvo al reparto en ascuas en cuanto a lo que iban a rodar cada día, sino que, con la ayuda del director de fotografía, el nominado al Óscar Barry Ackroyd (“En tierra hostil (The Hurt Locker)”, “Capitán Phillips”), utilizó una forma excepcional de captar el caos y la desorientación de las secuencias clave, sobre todo el brutal interrogatorio de horas de duración, que se rodó a lo largo de varios días.
El pasillo, en el que colocaron contra la pared a los huéspedes del motel, estaba iluminado uniformemente, de modo que pudieran utilizar varias cámaras para captar cada momento crucial, sin tener que parar para cambiar los ángulos y las luces. “Las cámaras nunca estaban quietas”, recuerda Anthony Mackie, que interpretaba a Greene, un veterano de Vietnam que se ha trasladado a Detroit en busca de trabajo en la industria del automóvil y vive en el motel Algiers. Mackie ya estaba familiarizado con la cámara en constante movimiento fluido y discreto de Ackroyd gracias a su colaboración anterior en “En tierra hostil (The Hurt Locker)”.
Además, comenta el actor, al estar las cámaras de Bigelow en constante movimiento, grababan y captaban todo el entorno, lo que dio lugar a una experiencia de inmersión total. “Esta técnica te permitía como actor crear tu propio espacio, no estabas actuando para la cámara, estabas actuando en la escena como si estuvieras en una obra de teatro. Como no sabías qué cámara te estaba enfocando y cuándo, tenías que estar presente y dando el 110% en todo momento. Te sacaba de tu elemento, que es lo que necesita todo actor”.
Para ayudar a recrear el Detroit de 1967, Bigelow recurrió a su diseñador de producción de “La noche más oscura (Zero Dark Thirty)”, Jeremy Hindle. “Aquí lo más importante era crear un entorno realista y sin fisuras que encajara perfectamente con la época y al mismo tiempo no resultara en ningún momento artificial, mecánico, ni manipulado”, aporta Bigelow. “Creo que es la maestría de Jeremy lo que hizo que funcionara. Fue capaz de transmitir una sensación muy auténtica de la época y lograr eso sin salirse del presupuesto con el que contábamos es todo un logro. La atención al detalles es extraordinaria y me dejó entusiasmada”.
“Empecé con referencias fotográficas reales de la época, de lugares como la revista Time, Magnum”, explica Hinkle. “Hay muchas imágenes excelentes y se puede sentir realmente la tensión en las fotos: las calles, la gente, la policía, los militares. Sirvió para marcar el tono y fue lo que nos permitió hacerlo realmente creíble. Barry (Ackroyd) hizo lo mismo para decidir sus planos. Yo diseñé los sets y luego Barry buscó lo que encajara mejor”.
Encontrar el estilo adecuado de Detroit cuando la película se rodaba en Boston resultó una labor minuciosa y agotadora. “Pero creo que nos quedó bastante bien. Recorrimos toda la ciudad de Boston, desde Lawrence hasta Broxton. Fue complicado, porque había que encajar demasiadas piezas. No conseguimos encontrar todo lo que queríamos en un único lugar. Así que tomamos parte de una calle y parte de otra y luego las combinamos”.
El mayor reto para Hindle y su equipo fue recrear el motel Algiers y su anexo, que han sido demolidos desde entonces. La suerte ayudó. “El interior del anexo fue un hallazgo increíble, una rectoría que era muy similar y en la que se podía rodar bien. El motel principal también fue un buen hallazgo, pero tuvimos que redecorarlo entero, construir una piscina y otra pared, y encargar que nos hicieran expresamente el letrero enorme de neón. Cambiamos todas las puertas, todos los pomos, todos los carteles. Recrear el estilo de una época es complicado, buena parte de ello supone alterar u ocultar cosas en las que normalmente no te fijas, como las señales viales, las alarmas de incendios, los parquímetros... no se acaba nunca”.
El anexo, donde se centraba buena parte del rodaje, es en realidad una rectoría, y los dueños se negaron en un primer momento a participar. “Ya había visto un par de cientos de casas”, recuerda Hindle. “Sabía el tamaño que buscaba y el aspecto que tenía que tener el pasillo. Tenía que ser central, con espacio suficiente para nueve huéspedes, la policía, los agentes estatales y los militares, y tenía que tener el ancho adecuado”, recuerda Hindle. “Podía ver por el exterior que era la casa adecuada, pero se negaron durante días. Y yo dije, hay que seguir insistiendo. Esta es la casa. Al final, aceptaron. Pasamos 17 días rodando en la casa después de transformarla. Lo desmontamos todo y volvimos a dejarlo como estaba en la medida que nos fue posible. Es una casa impresionante. Si la ves ahora, parece una mansión maravillosa”.
La diseñadora de vestuario de Bigelow, Francine Jamison-Tanchuck, acababa de trabajar en la biografía de Tupac Shakur “All Eyez on Me” y en el filme de Nate Parker “El nacimiento de una nación”, cuando Bigelow se reunió con ella para una entrevista y la contrató en el acto. “Francine colaboró estrechamente con Jeremy para crear esos entornos tan precisos y fieles hasta el más mínimo detalle, y que a la vez no se hicieran notar de una forma artificial”, prosigue Bigelow. “Esa clase de profundidad trasciende la superficie de la pantalla”.
Como ya hiciera Hindle, Tanchuck aprovechó la documentación sobre la época recopilada para la película (fotografías, grabaciones de noticias) y optó por una gama de colores de rojo ladrillo, amarillo mostaza, color hueso y verde azulado. “Los 60 es una época preciosa”, afirma, “las mujeres eran muy femeninas y los hombres tenían mucho estilo. Y en Detroit, Motown estaba en la cúspide. Fue muy divertido recrear eso en la secuencia musical del teatro Fox”.
En total, Tanchuck estima que su equipo y ella vistieron a entre 600 y 800 intérpretes y extras, entre el reparto principal, la policía, la Guardia Nacional y los participantes en los disturbios y saqueadores. Además de la documentación sobre la época, aprovechó que contaba con varios supervivientes del motel y habló con ellos largo y tendido sobre lo que llevaban por aquel entonces, sobre todo y muy especialmente esa noche en el motel Algiers.
“Creo que uno de los aspectos más importantes de prepararnos para esta película —al menos para mí— fue pasar tiempo con estos individuos que vivieron personalmente estos hechos”, aporta Bigelow. “Nos proporcionaron una versión extraordinariamente detallada de los sucesos de esa noche. 50 años después, muchos están aún visiblemente afectados por el incidente, comprensiblemente”.
Melvin Dismukes formó parte de la gran diáspora de afroamericanos que dejó atrás el racismo del Sur atraídos por los derechos civiles y los trabajos en las fábricas del Norte. Aunque comenta haber tenido que tratar con un racismo sutil (y a veces no tan sutil) después de que su familia se trasladara de Alabama a Detroit, logró no obstante convertirse en soldador certificado sindicado, un puesto que era prácticamente inaccesible para los negros en esa época y, posteriormente, consiguió empleo como guardia privado de seguridad.
Durante los disturbios de 1967, se encontró apaciguando situaciones antes de que se descontrolaran. “Toda mi vida había sido alguien que trataba de evitar que los problemas empeoraran y hubo varias oportunidades durante las noches y días de los disturbios de Detroit”, recuerda.
Dismukes estaba trabajando como guardia en una tienda de comestibles cuando oyó un disparo y, junto con la Guardia Nacional, acudió al motel Algiers, la dirección de la que supuestamente provenía el disparo. Cuando entró en el anexo del motel, vio a dos chicas blancas y a varios varones afroamericanos puestos en fila cara a la pared, totalmente aterrorizados, mientras la policía los maltrataba física y verbalmente. “Estaba claro que esa gente no sabía nada e, incluso si lo supieran, tampoco iban a contarlo”, concluyó.
Aunque se planteó marcharse, como hizo la Guardia Nacional cuando la situación empezó a descontrolarse –insultos, puñetazos, culatazos con fusiles– decidió quedarse. Y esa decisión le saldría muy cara. Fue arrestado y acusado de asesinato, y solo consiguió quedar absuelto después de un juicio demoledor. No solo es que la policía intentara implicarlo en las muertes de esa noche, sino que la comunidad negra se volvió contra él. “Intentar hacer algo bueno durante esa clase de caos no sirve de nada”, opina. “Podría haber hecho frente a los agentes de policía, pero probablemente me habrían disparado y alegado defensa propia. Pero a nadie le interesaba oír mi versión de la historia”.
Dismukes abandonó posteriormente Detroit, aunque siguió trabajando como guardia de seguridad hasta que se jubiló. Rara vez hablaba de los acontecimientos de esa noche y sus repercusiones igualmente traumáticas porque “me recordaba la dolorosa cuestión racial y que no podría haber hecho nada salvo ayudar a buscar las armas”, explica. “No tenía autoridad alguna para poner fin a lo que estaba pasando en el vestíbulo. Me sentí completamente indefenso”.
Sin embargo, después de cincuenta años, la verdad sobre esa noche y el papel que tuvo en ella ha salido por fin a la luz, opina. “Esta película, DETROIT, contará lo que sucedió de verdad”.
Melvin Dismukes está interpretado por la estrella emergente John Boyega, protagonista de la actual trilogía de Star Wars.
Larry Reed era natural de Detroit y vocalista principal de un prometedor grupo de R&B, The Dramatics. No era más que un adolescente cuando, junto a su mejor amigo, se refugiaron en el motel Algiers porque llegar a casa sanos y salvos resultaba imposible. En vez de eso, la policía los puso a él, a su amigo y otros huéspedes más en fila contra la pared, los interrogó brutalmente y los golpeó. Medio siglo después, Reed, que desde entonces ha dedicado su vida a ser director de coro, aún tiene las cicatrices físicas y emocionales que demuestran lo vivido aquella noche.
“Estábamos en el lugar equivocado en el momento equivocado”, opina. “Logré salir con vida y encontré a un agente de policía que se compadeció de mí y me llevó a un hospital. Pero mi amigo fue uno de los que murió”.
Para Reed, DETROIT es más que una película. Es un testimonio de un momento fundamental de la historia del siglo XX de Estados Unidos. Aunque durante muchos años Reed se mostró reticente a hablar de esa noche que cambió su vida, cuando el equipo responsable del proyecto se puso en contacto con él, sintió que les debía a su amigo y a los demás que perdieron la vida colaborar con los cineastas. “Mi intención al animarme a hablar ahora es que la gente sepa qué fue lo que sucedió”, comenta Reed. “No quiero que este acontecimiento se olvide, lo que pasamos mi amigo y yo. Es algo que nunca debería haber sucedido”.
Algee Smith, estrella de la miniserie “The New Edition Story”, interpreta a Larry Reed. Julie Hysell se crió en Columbus, Ohio, hija adoptiva de un bombero y una contable. Hysell se describe a sí misma como una “juerguista” en su adolescencia y, junto a su amiga del instituto, Karen Malloy, fueron a Detroit a ver actuar a un grupo de R&B, The Precisions, y luego decidieron quedarse. No tardaron en gastarse todo el dinero que llevaban, así que se trasladaron al motel Algiers, que no costaba más que seis dólares la noche. Durante el toque de queda impuesto en la ciudad, visitaron una de las habitaciones del anexo, que tenía una cocina, con la esperanza de conseguir lago de comida, solo para verse recibidas por ráfagas de disparos de la policía y la Guardia Nacional, que respondían a informes de posibles disparos.
En medio del caos que estalló a su alrededor, se retiraron a la habitación de un amigo a quien habían conocido en la piscina y en quien confiaban. “Entonces la policía entró en la habitación y me preguntaron algo”, recuerda Hysell, “y como no les gustó cómo respondí, me golpearon y nos rasgaron la ropa”.
Hysell y su amiga fueron acusadas de ser prostitutas, y su amigo de ser su chulo. Los llevaron a rastras hasta el pasillo del primer piso “y durante las dos o tres horas siguientes se dedicaron a pegarnos y a matar gente”, señala. “Podía oír a gente suplicando por sus vidas”.
Hysell se siente agradecida por la película DETROIT y por la forma sensible pero honesta del equipo responsable de la misma de tratar los hechos. “Pensé que lo pasaría mal durante el rodaje, porque no estoy segura de haber llegado nunca a asumir lo que sucedió esa noche. Pero Kathryn me rodeó de un grupo tan estupendo de personas que me ayudaron a sobrellevarlo. La única vez que no pude soportarlo fue cuando estaban filmando la escena del juicio en la que se anuncia el veredicto de no culpabilidad. Tuve que salir del set. Esas personas fueron asesinadas. A sangre fría. Fueron asesinadas y los policías fueron absueltos”.
“Por eso era tan importante contar esta historia. Me gustaría que la gente viera esta película y pensara: ‘Sí, ya es hora de que las cosas cambien’. Eso es lo que me gustaría que pasara”.
Julie Hysell está interpretada por Hannah Murray (“Juego de tronos”).
Los acontecimientos del verano de 1967 en Detroit y otras grandes ciudades estadounidenses “no fueron un momento aislado en el tiempo”, prosigue Boal. “Formaban parte de un continuo. Y si nos hacen ser hasta cierto punto conscientes de ese continuo, tal vez podamos tener más consideración al respecto”.
El reparto principal de DETROIT tiene su propia opinión sobre el filme. “Me sentí muy orgulloso de trabajar con cineastas a los que les interesa hacer más que simplemente entretener con su trabajo, que intentan concienciar sobre problemas y cuestiones reales de la sociedad”, sostiene Will Poulter. “Para que podamos avanzar, es de una importancia vital que los medios y el arte pongan de relieve esas cuestiones”.
“Cuando acabó la película, no estaba seguro de cómo me sentía”, admite Algee Smith. “Por un lado, estaba contento de formar parte de una historia tan importante. Por otro, sentí pena por lo que tuvo que pasar la gente de verdad, y rabia por la injusticia que se cometió a continuación. Digamos simplemente que estaba confuso aunque, en última instancia, sentía una inmensa gratitud por el hecho de que se contara esta historia”.
En opinión de Bigelow, “si el propósito del arte es agitar para provocar el cambio, si estamos verdaderamente listos para empezar a tratar la desigualdad racial de este país, tenemos que estar dispuestos a escuchar. Espero que esta película anime en parte ese debate y que encontremos una forma de curar las heridas que existen desde hace demasiado tiempo en este país”.
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Kathryn Bigelow, que pasará a la historia como la primera mujer en ganar el Oscar a Mejor Dirección gracias a su película 'En tierra hostil' (2008), se adentra en DETROIT en una de las revueltas raciales mas salvajes y violentas de la historia de Estados Unidos: los disturbios que tuvieron lugar en Detroit (Michigan) durante el verano de 1967, cuando una redada policial acabó desencadenando uno de los mayores levantamientos ciudadanos de EE.UU, convirtiendo la ciudad, tras los choques con la policía, a una autentica zona de guerra. Comercios saqueados, edificios ardiendo y 7.000 detenidos en cinco días de locura que se saldaron 43 muertos y más de 2.000 heridos.
El verano de 1967 fue un momento fundamental de la historia moderna de Estados Unidos, en el que el país se encontraba sumido en un creciente malestar político y social: la escalada de la intervención militar del país en la Guerra de Vietnam y décadas de represión e injusticia racial. Los epicentros de todo ese descontento y furia apenas contenida resultaron ser las grandes ciudades del país, con su discriminación sistémica, sus disparidades raciales en educación y vivienda, y el creciente desempleo reinante en las comunidades afroamericanas.
Los disturbios comenzaron cuando la policía realizaba una redada en un bar sin licencia, encontrándose con una fiesta más grande de lo esperado. La resistencia de una muchedumbre hostil fue el pistoletazo de salida para cinco días de protesta destructiva alimentada por el racismo imperante en la sociedad americana.
Dos noches después de iniciarse los disturbios en Detroit, un informe de disparos en las inmediaciones de una zona de preparación de la Guardia Nacional llevó al Cuerpo de Policía de Detroit, a la Policía Estatal de Michigan, a la Guardia Nacional de Michigan y a un guardia privado de seguridad local a registrar y tomar un anexo del cercano motel Algiers. Varios policías se saltaron las reglas de procedimiento y se dedicaron a interrogar de forma brutal y contundente a los huéspedes del motel, llevando a cabo un “juego letal” en un intento de intimidar a alguien, a quien fuera, para que confesara. Al acabar la noche, tres jóvenes desarmados habían sido abatidos a quemarropa y varios hombres y mujeres más habían recibido brutales palizas. No se encontró ningún arma.
La historia de DETROIT se centra este incidente del Algiers Motel, situado aproximadamente a un kilómetro y medio al sureste de donde comenzaron los disturbios. Tres civiles, todos hombres negros, murieron y otras nueve personas, dos mujeres blancas y siete hombres negros, fueron brutalmente torturados después de que se recibiera el informe de un disparo cerca del motel.
Mark Boal, guionista galardonado con el Premio Oscar a Mejor Guión por 'En tierra hostil', ha estado trabajando en el guión de la película durante un año y justo se estrenará cuando se cumple el 50 aniversario de los disturbios. "DETROIT es un drama criminal que explora el racismo sistémico en la ciudad de Detroit, en medio de los devastadores disturbios ocurridos durante cinco días en 1967".
DETROIT está protagonizada por John Boyega (“Star Wars: Episodio VII El despertar de la Fuerza”, “Attack the block”), Anthony Mackie (“Capitán América: Civil War”, “En tierra hostil”, “Million Dollar baby”), John Krasinski (“13 horas: Los soldados secretos de Bengasi”, “The Office” [TV], “Tierra prometida”), Kaitlyn Dever (“Uno para todas” [TV], “Justified” [TV], “J. Edgar”), Will Poulter (“El renacido”, “El corredor del laberinto”, “Somos los Miller”), Jack Reynor (“Macbeth”, “Noche real”, “Transformers: La era de la extinción”), Hannah Murray (“Juego de tronos” [TV], “God Help the Girl”, “Skins”[TV]), y Tyler James Williams (“Mentes criminales: Sin fronteras” [TV], “The Walking Dead”[TV], “Todo el mundo odia a Chris” [TV]).
EN EL HERVIDERO
Como ya demostrara de forma memorable la directora Kathryn Bigelow en la ganadora del Óscar “En tierra hostil (The Hurt Locker)” y posteriormente en la nominada al Óscar a la “mejor película”, “La noche más oscura (Zero Dark Thirty)”, tanto ella como su colaborador habitual, el productor y guionista ganador del Óscar Mark Boal, están familiarizados con los temas polémicos. En su nuevo filme, el thriller dramático DETROIT, Bigelow logra mantener con gran pericia un delicado equilibrio entre su enfoque fílmico tipo cinema verité trabajado con gran destreza y el estilo narrativo lleno de tensión de Boal que hace que te sientas metido en el momento. Con la ayuda de un brillante elenco que combina a veteranos de la gran pantalla con jóvenes promesas, entre ellas John Boyega (“Star Wars: El despertar de la Fuerza”), Anthony Mackie (“En tierra hostil (The Hurt Locker)”, “Capitán América: Civil War”), John Krasinski (“13 horas: Los soldados secretos de Bengasi”), Will Poulter (“El renacido (The Revenant)”), Algee Smith (“Army Wives”), Jason Mitchell (“Straight Outta Compton”), Jacob Lattimore (“Belleza oculta”), Hannah Murray (“Juego de tronos”) y Kaitlyn Dever (“Justified: la ley de Raylan”), Bigelow nos transporta de vuelta al verano de 1967 en el hervidero de malestar social que destrozó la ciudad de Detroit.Tras décadas de abandono y promesas incumplidas, el centro urbano de la ciudad estalló en una oleada de violenta rebelión, y la respuesta militarista a los disturbios no hizo sino echar más leña al fuego de la discordia. La combinación de caos y fuerza llegó a desdibujar por momentos la línea que separa a la víctima del perpetrador.
Más allá de las atroces pérdidas, la mayor baja, no obstante, fue la inocencia, como queda demostrado en la historia dramática central de la película. Los hechos reales de lo que sucedió una aterradora noche en el motel Algiers y sus consecuencias, aunque fueron muy conocidos en su momento, han quedado desde entonces relegados a la condición de mero pie de página en los anales de la historia.
En las expertas manos de Bigelow, los incidentes de esa fatídica noche y lo que sucedió a continuación se resucitan para quedar vívidamente reconstruidos. Este enfoque cercano y personal reproduce la técnica que Bigelow ya dominara en “En tierra hostil (The Hurt Locker)” y “La noche más oscura (Zero Dark Thirty)”. El medio cinematográfico, en opinión de la directora, “apela al subconsciente, lo que se presta a una implicación casi activa del espectador”.
En “En tierra hostil (The Hurt Locker)”, Bigelow logró transportarnos a Irak, mientras que en “La noche más oscura (Zero Dark Thirty)”, nos llevó directamente al complejo de Osama Bin Laden. “En esta ocasión, quería meter al espectador en el motel Algiers, de modo que viviera los acontecimientos casi en tiempo real”.
Al destapar este momento crucial pero en gran parte olvidado de la historia reciente de Estados Unidos, Bigelow y Boal pretendían rendir homenaje a los supervivientes y a los fallecidos de una manera que resultara considerada y respetuosa. Boal, que le presentó inicialmente la idea a Bigelow y a Annapurna Pictures a través de su Page 1 Productions, llevó a cabo una labor exhaustiva de documentación del incidente y habló con todos a los que pudo localizar que siguieran aún vivos y hubieran estado implicados de algún modo en la rebelión urbana en las calles de Detroit.
Como Kathryn Bigelow y Barry Ackroyd utilizaron una cámara familiar de estilo documental a lo cinema verité, la directora y el montador Billy Goldenberg tomaron la decisión de incorporar metraje ya existente a la película para realzar la fuerte narración central y sumergir al espectador. “Durante el proceso de documentación encontré grabaciones de los disturbios que encajaban a la perfección con el trabajo de Barry, hasta el punto de poder incluirlos en la película para dotarla de un realismo casi táctil”.
“En el cine, la historia puede resultar un poco aséptica, sobre todo si hablamos de acontecimientos sucedidos hace 50 años”, opina Boal. “Únicamente cuando conoces a las personas implicadas, empiezas a darte cuenta de que la historia general está formada en realidad por las historias individuales. Y en eso fue en lo que se centró mi guion”.
A partir de 2014, Boal y su equipo de documentación entrevistaron a docenas de participantes en los propios disturbios, desde residentes afroamericanos de la comunidad a policías y personal militar. Su equipo de documentación de seis personas a tiempo completo, encabezado por el reportero de Detroit ganador del premio Pulitzer David Zeman, descubrió una ingente cantidad de materiales, que incluían reportajes de televisión, radio y prensa escrita, actas judiciales, materiales de investigación del FBI y el Departamento de Justicia, testimonios contemporáneos, investigaciones sociológicas, así como documentos que no habían visto nunca la luz del Cuerpo de Policía de Detroit y de la Universidad de Michigan.
De las docenas de historias personales con las que se encontró Boal, una le llamó especialmente la atención, el documento histórico de Larry Reed (interpretado en la película por Algee Smith), el vocalista principal de un popular grupo coral muy prometedor, The Dramatics, que había reservado una habitación para esa noche en el motel Algiers para sí mismo y su amigo íntimo, Fred Temple (Jacob Latimore), a fin de evitar encontrarse en la calle durante el toque de queda. “Larry se encontró metido en esta historia de crímenes reales”, comenta Boal, “y alteró para siempre el curso de su vida; y eso fue lo que, en mi mente, constituiría el eje central de la película”.
Boal localizó a Reed, que no había hablado públicamente sobre el incidente en décadas. Aunque en un primer momento no estaba muy seguro, Reed acabó compartiendo su desgarradora experiencia de esa noche en el motel Algiers y Boal quedó tan conmovido, que se dio cuenta de que tenía que sacar a la luz este momento injustamente olvidado de la historia. Además de todas las pruebas documentales sobre el Algiers, logró encontrar a otros huéspedes más que también habían quedado marcados para siempre por este aterrador incidente y habían guardado un silencio casi absoluto desde entonces.
Contar esta historia coral conllevaba la responsabilidad de hacerlo de manera justa y sin juicios de valor, opina Bigelow, que también habló y pasó tiempo con los supervivientes. “Cuando estás haciendo una historia sobre hechos reales y conoces a los testigos de dichos hechos, quieres asegurarte de que esas experiencias no sucedieron en vano, que puedes transmitir la relevancia de su historia y hacérsela entender a los espectadores”.
Boal agrega: “Cuando decides contar una historia real como esta, tienes que abordarla con un sentido de responsabilidad personal, tanto para con la historia como, con mayor motivo aún, para con los individuos implicados, algunos de los cuales sobrevivieron, mientras que otros no. Aunque estábamos creando una obra de entretenimiento ficticio y no un documental, cargábamos con la responsabilidad de hacer honor al pasado de una forma que resultara considerada y respetuosa”.
PRÓLOGO COMO CONTEXTO
Antes de sumergirse en los disturbios de Detroit y en el relato que sirve de eje central del filme, Bigelow quería ofrecer al espectador ciertos antecedentes socio-históricos sobre qué fue lo que condujo al estallido de violencia, así como una visión general del panorama cultural de la ciudad en 1967. “Como admiradora desde hace tiempo de la obra del gran artista afroamericano Jacob Lawrence, su fundamental serie sobra la gran migración parecía la voz adecuada para describir las décadas previas al malestar social de los 60, de modo que el espectador pudiera entender mejor la ira y la injusticia que se habían ido acumulando a lo largo de tantas décadas y habían puesto el país en un rumbo de colisión”.“Nos pusimos en contacto con los herederos de Jacob Lawrence con una idea, mezclar unos paneles con otros, de modo que cada uno llevara al siguiente. Llegado el momento de incorporar texto, volvimos a quedarnos impresionados ante la magnitud y la complejidad de todo lo que condujo a la agitación de la década de 1960. Esta vez recurrimos a Henry Louis Gates, Jr., director del Hutchins Center for African American Research (Centro Hutchins para la Investigación Afroamericana) de la Universidad de Harvard”, explica Bigelow.
UN INNOVADOR PROCESO DE CASTING
En su búsqueda de los intérpretes adecuados para encarnar a los huéspedes del motel Algiers y al personal de las fuerzas del orden, Bigelow decidió meter a los actores en situaciones semiimprovisadas. “Creé escenarios que imitaban el guion pero eran situacionales y me quedé encantada al ver lo ágiles e imaginativos que eran los actores”, recuerda, “y lo cómodos que se sentían en situaciones fluidas que no dejaban de cambiar. Así es como elegí al reparto. Los actores elegidos exhibieron, sin excepción, una complejidad emotiva versátil y tremendamente desarrollada, muy superior a la propia de alguien de su edad”.El proceso de selección de Bigelow dejó en un primer momento desorientado a Algee Smith, que interpreta el papel protagonista de Larry Reed, vocalista principal de un prometedor grupo de R&B llamado The Dramatics, que se refugia en el motel Algiers con su amigo Fred Simple (Jacob Latimore), pensando que así estará a salvo de los disturbios. Incluso cuando ya sabía que estaba contratado, Smith siguió sintiéndose algo confundido, dado que no le dijeron qué papel iba a interpretar hasta una semana después de presentarse en el set de rodaje de Boston.
“Al principio, resultó algo confuso”, admite, “pero luego entendí realmente por qué Kathryn optó por este estilo improvisado para la selección del reparto y el rodaje. Fue una genialidad. Fue una manera de mantenerte desconcertado, para sacarte una intensidad espontánea y cruda. Nunca había rodado así, sin ninguna planificación. Yo llegaba al set y [Kathryn] me decía ‘vale, esto es lo que vais a hacer hoy. Vamos allá, en marcha, ya’. Y así es cómo consiguió reproducir tan bien los momentos reales. No tuvimos ocasión de preparar lo que iba a pasar, así que nuestras reacciones siempre eran sinceras y espontáneas”.
Pasarse día tras día de pie, cara a la pared, aguantando insultos y malos tratos, acabó pasando factura a Smith y sus compañeros de reparto, sostiene. “Hizo que me sintiera verdaderamente aterrado y me llevó, por momentos, a lugares muy oscuros. Fue tan crudo e implacable que podíamos sentir todos el dolor y la emoción, aunque no era nada comparado con lo que pasó en realidad”.
Tras conocer que interpretaría a Larry Reed, el joven cantante con aspiraciones, Smith tuvo ocasión de conocer y pasar algo de tiempo con el auténtico Reed y descubrir cómo esa fatídica noche cambió el curso de su vida. “Fue duro oír sus historias”, admite Smith. “Me mostró las cicatrices que aún tenía de esa noche. Me mostró dónde sigue teniendo el cráneo fracturado”.
En el papel de Melvin Dismukes, un guardia de seguridad que protege una tienda de comestibles local de saqueadores y se ve involucrado en el caos del motel Algiers, Bigelow eligió a una joven estrella en alza, el actor de origen británico John Boyega, conocido para los espectadores de todo el mundo por su papel de Finn en la nueva trilogía de Star Wars.
“Melvin Dismukes es un personaje interesante”, opina Boyega, “un tipo decente que se encuentra en el lugar equivocado en el momento equivocado. Acudió al Algiers para ejercer de protector tácito de esos jóvenes, pensando que podía hacer algo bueno al estar presente para cuidar de ellos y, al final, lo culpan por tratar de hacer lo correcto, no solo los agentes de la ley, sino su propia comunidad”.
Al igual que Algee Smith, la forma de trabajar de Bigelow hizo que Boyega se sintiera completamente inmerso en el rodaje. “Dada la intensidad de la historia y el cuidado y el respeto que todos mostraban por ella”, prosigue Boyega, “cada toma era importante, desde el momento en que pisabas el set hasta el último plano. Incluso te seguía hasta casa”.
Boyega también desarrolló un vínculo con la persona real a la que interpretaba. Pasó cierto tiempo con Melvin Dismukes, que, junto a otros supervivientes, ejerció de asesor del filme. “Nunca había interpretado a una persona real”, admite, “y Melvin habló en profundidad sobre su experiencia. Habló desde la perspectiva de sus sentimientos: cómo reaccionó cuando sucedieron ciertas cosas y las contradicciones que se le pasaban por la cabeza. Habló emocionado sobre cómo se sintió malinterpretado por su propia gente, así como por la ley. Fue un tipo al que le encomendaron una tarea para la que no estaba preparado y luego lo condenaron por ello ”.
El papel crucial de Philip Krauss, el policía que dirige el “letal” interrogatorio e intimida a sus compañeros agentes para que hagan lo que él diga, fue asignado a otra joven estrella en alza de origen británico, Will Poulter, que apareció recientemente en “El renacido (The Revenant)”. El personaje, explica, no está basado en ninguna persona concreta, sino que más bien refleja el comportamiento de los agentes de policía implicados en los acontecimientos, y se creó a partir de los testimonios de primera mano de lo sucedido.
El mayor reto de Poulter, comenta el actor, fue interpretar a un personaje con el que no sentía la más mínima conexión. “No podía conectar para nada con él. No podía encontrar ningún parecido. Se trataba fundamentalmente de comprender la forma de pensar tan desinformada y negativa característica de una conducta así de racista. Sabía muy poco de la historia de Estados Unidos, y menos aún de la historia afroamericana, así que tuve que documentarme. Aun así, resultó difícil tratar de aceptar la clase de metodología que conduce a la deshumanización de los afroamericanos y, para ser sinceros, el papel que tienen los blancos en promover esa clase de sistema”.
Aunque fue difícil sentirse orgulloso de su trabajo cuando se trata de interpretar a un individuo que maltrata cruelmente a otros, Poulter sintió la responsabilidad de poner al descubierto esa clase de conducta aberrante y distinguirla de los actos de los policías respetuosos con la ley.
La conducta de Krauss se vuelve más repelente aún cuando contagia a sus compañeros agentes, cuya preparación los lleva a presentar un frente unido y a apoyarse unos a otros, pase lo que pase. “Krauss es el responsable de un método utilizado entonces por la policía, por el que usaban tácticas hostiles para provocar reacciones agresivas o violentas de afroamericanos y justificar así su arresto”, sostiene Poulter.
Aunque podía percibir la intensidad de la historia incluso sobre el papel, la carga de interpretar a una persona tan amoral resultó muy pesada para Poulter que, fuera del set, había trabado amistad con los actores que interpretaban a los jóvenes hombres y mujeres a los que tenía que maltratar cada día. Algee Smith relata cómo un día Poulter ya no pudo aguantar más.
“Hubo un momento durante el rodaje en el que Will no pudo más y se echó a llorar”, recuerda Smith. “Miró a Kathryn y le preguntó: ‘¿Cuántas veces más vamos a tener que hacer esta escena? Porque me está resultando muy dolorosa’. Y eso hizo que los demás prácticamente nos derrumbáramos. Intenté darle un abrazo, pero entonces me vine abajo con él. Y pensé: ‘Si alguien puede sentir semejante dolor y emoción con solo interpretarlo, en la vida real tuvo que resultar mucho más doloroso”.
“Tenía muy claro el estado emocional del reparto, y a Will en especial le pasó una enorme factura”, admite Bigelow. Consciente de lo doloroso que estaba resultando, Kathryn cambió rápidamente de planes: “Dimos la escena por acabada y seguimos adelante”.
CÁMARAS EN CONSTANTE MOVIMIENTO
La intención original de la directora Bigelow era rodar DETROIT en Michigan, por lo que realizó una labor intensiva de localización de exteriores junto con su equipo. Cuando Michigan decidió no renovar sus incentivos fiscales para el cine, filmar en Detroit se volvió económicamente insostenible y hubo que trasladar el rodaje a Boston y alrededores. El rodaje empezó en julio de 2016 y duró 52 días. El equipo de rodaje regresó a Detroit alrededor de una semana para grabar exteriores y otras escenas que necesitaban.La tensión casi insoportable de DETROIT, sobre todo en las escenas de los interrogatorios en el pasillo del motel Algiers, se derivaba a partes iguales del guion cargado de emoción de Boal y de la ingeniosa técnica empleada por Bigelow para darle vida. No solo mantuvo al reparto en ascuas en cuanto a lo que iban a rodar cada día, sino que, con la ayuda del director de fotografía, el nominado al Óscar Barry Ackroyd (“En tierra hostil (The Hurt Locker)”, “Capitán Phillips”), utilizó una forma excepcional de captar el caos y la desorientación de las secuencias clave, sobre todo el brutal interrogatorio de horas de duración, que se rodó a lo largo de varios días.
El pasillo, en el que colocaron contra la pared a los huéspedes del motel, estaba iluminado uniformemente, de modo que pudieran utilizar varias cámaras para captar cada momento crucial, sin tener que parar para cambiar los ángulos y las luces. “Las cámaras nunca estaban quietas”, recuerda Anthony Mackie, que interpretaba a Greene, un veterano de Vietnam que se ha trasladado a Detroit en busca de trabajo en la industria del automóvil y vive en el motel Algiers. Mackie ya estaba familiarizado con la cámara en constante movimiento fluido y discreto de Ackroyd gracias a su colaboración anterior en “En tierra hostil (The Hurt Locker)”.
Además, comenta el actor, al estar las cámaras de Bigelow en constante movimiento, grababan y captaban todo el entorno, lo que dio lugar a una experiencia de inmersión total. “Esta técnica te permitía como actor crear tu propio espacio, no estabas actuando para la cámara, estabas actuando en la escena como si estuvieras en una obra de teatro. Como no sabías qué cámara te estaba enfocando y cuándo, tenías que estar presente y dando el 110% en todo momento. Te sacaba de tu elemento, que es lo que necesita todo actor”.
Para ayudar a recrear el Detroit de 1967, Bigelow recurrió a su diseñador de producción de “La noche más oscura (Zero Dark Thirty)”, Jeremy Hindle. “Aquí lo más importante era crear un entorno realista y sin fisuras que encajara perfectamente con la época y al mismo tiempo no resultara en ningún momento artificial, mecánico, ni manipulado”, aporta Bigelow. “Creo que es la maestría de Jeremy lo que hizo que funcionara. Fue capaz de transmitir una sensación muy auténtica de la época y lograr eso sin salirse del presupuesto con el que contábamos es todo un logro. La atención al detalles es extraordinaria y me dejó entusiasmada”.
“Empecé con referencias fotográficas reales de la época, de lugares como la revista Time, Magnum”, explica Hinkle. “Hay muchas imágenes excelentes y se puede sentir realmente la tensión en las fotos: las calles, la gente, la policía, los militares. Sirvió para marcar el tono y fue lo que nos permitió hacerlo realmente creíble. Barry (Ackroyd) hizo lo mismo para decidir sus planos. Yo diseñé los sets y luego Barry buscó lo que encajara mejor”.
Encontrar el estilo adecuado de Detroit cuando la película se rodaba en Boston resultó una labor minuciosa y agotadora. “Pero creo que nos quedó bastante bien. Recorrimos toda la ciudad de Boston, desde Lawrence hasta Broxton. Fue complicado, porque había que encajar demasiadas piezas. No conseguimos encontrar todo lo que queríamos en un único lugar. Así que tomamos parte de una calle y parte de otra y luego las combinamos”.
El mayor reto para Hindle y su equipo fue recrear el motel Algiers y su anexo, que han sido demolidos desde entonces. La suerte ayudó. “El interior del anexo fue un hallazgo increíble, una rectoría que era muy similar y en la que se podía rodar bien. El motel principal también fue un buen hallazgo, pero tuvimos que redecorarlo entero, construir una piscina y otra pared, y encargar que nos hicieran expresamente el letrero enorme de neón. Cambiamos todas las puertas, todos los pomos, todos los carteles. Recrear el estilo de una época es complicado, buena parte de ello supone alterar u ocultar cosas en las que normalmente no te fijas, como las señales viales, las alarmas de incendios, los parquímetros... no se acaba nunca”.
El anexo, donde se centraba buena parte del rodaje, es en realidad una rectoría, y los dueños se negaron en un primer momento a participar. “Ya había visto un par de cientos de casas”, recuerda Hindle. “Sabía el tamaño que buscaba y el aspecto que tenía que tener el pasillo. Tenía que ser central, con espacio suficiente para nueve huéspedes, la policía, los agentes estatales y los militares, y tenía que tener el ancho adecuado”, recuerda Hindle. “Podía ver por el exterior que era la casa adecuada, pero se negaron durante días. Y yo dije, hay que seguir insistiendo. Esta es la casa. Al final, aceptaron. Pasamos 17 días rodando en la casa después de transformarla. Lo desmontamos todo y volvimos a dejarlo como estaba en la medida que nos fue posible. Es una casa impresionante. Si la ves ahora, parece una mansión maravillosa”.
La diseñadora de vestuario de Bigelow, Francine Jamison-Tanchuck, acababa de trabajar en la biografía de Tupac Shakur “All Eyez on Me” y en el filme de Nate Parker “El nacimiento de una nación”, cuando Bigelow se reunió con ella para una entrevista y la contrató en el acto. “Francine colaboró estrechamente con Jeremy para crear esos entornos tan precisos y fieles hasta el más mínimo detalle, y que a la vez no se hicieran notar de una forma artificial”, prosigue Bigelow. “Esa clase de profundidad trasciende la superficie de la pantalla”.
Como ya hiciera Hindle, Tanchuck aprovechó la documentación sobre la época recopilada para la película (fotografías, grabaciones de noticias) y optó por una gama de colores de rojo ladrillo, amarillo mostaza, color hueso y verde azulado. “Los 60 es una época preciosa”, afirma, “las mujeres eran muy femeninas y los hombres tenían mucho estilo. Y en Detroit, Motown estaba en la cúspide. Fue muy divertido recrear eso en la secuencia musical del teatro Fox”.
En total, Tanchuck estima que su equipo y ella vistieron a entre 600 y 800 intérpretes y extras, entre el reparto principal, la policía, la Guardia Nacional y los participantes en los disturbios y saqueadores. Además de la documentación sobre la época, aprovechó que contaba con varios supervivientes del motel y habló con ellos largo y tendido sobre lo que llevaban por aquel entonces, sobre todo y muy especialmente esa noche en el motel Algiers.
LOS PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA
Además de la amplia labor de documentación que realizó, el equipo responsable de DETROIT tuvo la suerte de contar con tres testigos que estuvieron todos involucrados en los sucesos del motel Algiers de esa fatídica noche del verano de 1967. Sus testimonios permitieron al equipo responsable del proyecto entender mucho mejor el caos que se produjo a lo largo del brutal interrogatorio. Melvin Dismukes, Larry Reed y Julie Ann Hysell ayudaron al equipo de la película a reconstruir los hechos desde distintos puntos de vista. También contaron con ellos durante el rodaje en calidad de asesores, para ayudar al equipo a ser lo más preciso posible.“Creo que uno de los aspectos más importantes de prepararnos para esta película —al menos para mí— fue pasar tiempo con estos individuos que vivieron personalmente estos hechos”, aporta Bigelow. “Nos proporcionaron una versión extraordinariamente detallada de los sucesos de esa noche. 50 años después, muchos están aún visiblemente afectados por el incidente, comprensiblemente”.
Melvin Dismukes formó parte de la gran diáspora de afroamericanos que dejó atrás el racismo del Sur atraídos por los derechos civiles y los trabajos en las fábricas del Norte. Aunque comenta haber tenido que tratar con un racismo sutil (y a veces no tan sutil) después de que su familia se trasladara de Alabama a Detroit, logró no obstante convertirse en soldador certificado sindicado, un puesto que era prácticamente inaccesible para los negros en esa época y, posteriormente, consiguió empleo como guardia privado de seguridad.
Durante los disturbios de 1967, se encontró apaciguando situaciones antes de que se descontrolaran. “Toda mi vida había sido alguien que trataba de evitar que los problemas empeoraran y hubo varias oportunidades durante las noches y días de los disturbios de Detroit”, recuerda.
Dismukes estaba trabajando como guardia en una tienda de comestibles cuando oyó un disparo y, junto con la Guardia Nacional, acudió al motel Algiers, la dirección de la que supuestamente provenía el disparo. Cuando entró en el anexo del motel, vio a dos chicas blancas y a varios varones afroamericanos puestos en fila cara a la pared, totalmente aterrorizados, mientras la policía los maltrataba física y verbalmente. “Estaba claro que esa gente no sabía nada e, incluso si lo supieran, tampoco iban a contarlo”, concluyó.
Aunque se planteó marcharse, como hizo la Guardia Nacional cuando la situación empezó a descontrolarse –insultos, puñetazos, culatazos con fusiles– decidió quedarse. Y esa decisión le saldría muy cara. Fue arrestado y acusado de asesinato, y solo consiguió quedar absuelto después de un juicio demoledor. No solo es que la policía intentara implicarlo en las muertes de esa noche, sino que la comunidad negra se volvió contra él. “Intentar hacer algo bueno durante esa clase de caos no sirve de nada”, opina. “Podría haber hecho frente a los agentes de policía, pero probablemente me habrían disparado y alegado defensa propia. Pero a nadie le interesaba oír mi versión de la historia”.
Dismukes abandonó posteriormente Detroit, aunque siguió trabajando como guardia de seguridad hasta que se jubiló. Rara vez hablaba de los acontecimientos de esa noche y sus repercusiones igualmente traumáticas porque “me recordaba la dolorosa cuestión racial y que no podría haber hecho nada salvo ayudar a buscar las armas”, explica. “No tenía autoridad alguna para poner fin a lo que estaba pasando en el vestíbulo. Me sentí completamente indefenso”.
Sin embargo, después de cincuenta años, la verdad sobre esa noche y el papel que tuvo en ella ha salido por fin a la luz, opina. “Esta película, DETROIT, contará lo que sucedió de verdad”.
Melvin Dismukes está interpretado por la estrella emergente John Boyega, protagonista de la actual trilogía de Star Wars.
Larry Reed era natural de Detroit y vocalista principal de un prometedor grupo de R&B, The Dramatics. No era más que un adolescente cuando, junto a su mejor amigo, se refugiaron en el motel Algiers porque llegar a casa sanos y salvos resultaba imposible. En vez de eso, la policía los puso a él, a su amigo y otros huéspedes más en fila contra la pared, los interrogó brutalmente y los golpeó. Medio siglo después, Reed, que desde entonces ha dedicado su vida a ser director de coro, aún tiene las cicatrices físicas y emocionales que demuestran lo vivido aquella noche.
“Estábamos en el lugar equivocado en el momento equivocado”, opina. “Logré salir con vida y encontré a un agente de policía que se compadeció de mí y me llevó a un hospital. Pero mi amigo fue uno de los que murió”.
Para Reed, DETROIT es más que una película. Es un testimonio de un momento fundamental de la historia del siglo XX de Estados Unidos. Aunque durante muchos años Reed se mostró reticente a hablar de esa noche que cambió su vida, cuando el equipo responsable del proyecto se puso en contacto con él, sintió que les debía a su amigo y a los demás que perdieron la vida colaborar con los cineastas. “Mi intención al animarme a hablar ahora es que la gente sepa qué fue lo que sucedió”, comenta Reed. “No quiero que este acontecimiento se olvide, lo que pasamos mi amigo y yo. Es algo que nunca debería haber sucedido”.
Algee Smith, estrella de la miniserie “The New Edition Story”, interpreta a Larry Reed. Julie Hysell se crió en Columbus, Ohio, hija adoptiva de un bombero y una contable. Hysell se describe a sí misma como una “juerguista” en su adolescencia y, junto a su amiga del instituto, Karen Malloy, fueron a Detroit a ver actuar a un grupo de R&B, The Precisions, y luego decidieron quedarse. No tardaron en gastarse todo el dinero que llevaban, así que se trasladaron al motel Algiers, que no costaba más que seis dólares la noche. Durante el toque de queda impuesto en la ciudad, visitaron una de las habitaciones del anexo, que tenía una cocina, con la esperanza de conseguir lago de comida, solo para verse recibidas por ráfagas de disparos de la policía y la Guardia Nacional, que respondían a informes de posibles disparos.
En medio del caos que estalló a su alrededor, se retiraron a la habitación de un amigo a quien habían conocido en la piscina y en quien confiaban. “Entonces la policía entró en la habitación y me preguntaron algo”, recuerda Hysell, “y como no les gustó cómo respondí, me golpearon y nos rasgaron la ropa”.
Hysell y su amiga fueron acusadas de ser prostitutas, y su amigo de ser su chulo. Los llevaron a rastras hasta el pasillo del primer piso “y durante las dos o tres horas siguientes se dedicaron a pegarnos y a matar gente”, señala. “Podía oír a gente suplicando por sus vidas”.
Hysell se siente agradecida por la película DETROIT y por la forma sensible pero honesta del equipo responsable de la misma de tratar los hechos. “Pensé que lo pasaría mal durante el rodaje, porque no estoy segura de haber llegado nunca a asumir lo que sucedió esa noche. Pero Kathryn me rodeó de un grupo tan estupendo de personas que me ayudaron a sobrellevarlo. La única vez que no pude soportarlo fue cuando estaban filmando la escena del juicio en la que se anuncia el veredicto de no culpabilidad. Tuve que salir del set. Esas personas fueron asesinadas. A sangre fría. Fueron asesinadas y los policías fueron absueltos”.
“Por eso era tan importante contar esta historia. Me gustaría que la gente viera esta película y pensara: ‘Sí, ya es hora de que las cosas cambien’. Eso es lo que me gustaría que pasara”.
Julie Hysell está interpretada por Hannah Murray (“Juego de tronos”).
REFLEJÁNDONOS EN EL PASADO
Todo parecido entre el debate actual sobre el racismo institucional y los hechos mostrados en DETROIT es completamente deliberado, aseguran los responsables del proyecto. “Creo que es una historia que es importante contar”, opina el guionista y productor Boal, “porque una de las ventajas de observar el pasado es que te permite ver el presente desde otro punto de vista. Y hacerse preguntas como: ‘¿Cuánto han cambiado las cosas?’ o ‘¿Cuánto sigue igual?’”.Los acontecimientos del verano de 1967 en Detroit y otras grandes ciudades estadounidenses “no fueron un momento aislado en el tiempo”, prosigue Boal. “Formaban parte de un continuo. Y si nos hacen ser hasta cierto punto conscientes de ese continuo, tal vez podamos tener más consideración al respecto”.
El reparto principal de DETROIT tiene su propia opinión sobre el filme. “Me sentí muy orgulloso de trabajar con cineastas a los que les interesa hacer más que simplemente entretener con su trabajo, que intentan concienciar sobre problemas y cuestiones reales de la sociedad”, sostiene Will Poulter. “Para que podamos avanzar, es de una importancia vital que los medios y el arte pongan de relieve esas cuestiones”.
“Cuando acabó la película, no estaba seguro de cómo me sentía”, admite Algee Smith. “Por un lado, estaba contento de formar parte de una historia tan importante. Por otro, sentí pena por lo que tuvo que pasar la gente de verdad, y rabia por la injusticia que se cometió a continuación. Digamos simplemente que estaba confuso aunque, en última instancia, sentía una inmensa gratitud por el hecho de que se contara esta historia”.
En opinión de Bigelow, “si el propósito del arte es agitar para provocar el cambio, si estamos verdaderamente listos para empezar a tratar la desigualdad racial de este país, tenemos que estar dispuestos a escuchar. Espero que esta película anime en parte ese debate y que encontremos una forma de curar las heridas que existen desde hace demasiado tiempo en este país”.
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