IDENTIDAD BORRADA (Boy Erased), la segunda película como director de Joel Edgerton tras "El regalo" llegará a los cines españoles el próximo 5 de abril para contarnos la historia de Jared Eamons (Lucas Hedges), un joven de 19 años, hijo de un pastor baptista de un pueblo de Estados Unidos, que a los 19 años les confiesa a sus padres (Nicole Kidman y Russell Crowe) que es homosexual. Por temor a perder a su familia, amigos y su fe, acepta ingresar en un programa de terapia de conversión para gais. En el centro se enfrenta con el terapeuta jefe (Joel Edgerton) y decide seguir el camino que le llevará a encontrar su propia voz y aceptarse tal como es.
Completan el reparto de la película: Cherry Jones (la serie “Transparent”), el músico australiano Michael Balzary “Flea” (Baby Driver), Joe Alwyn (El sentido de un final), el también director Xavier Dolan (Yo maté a mi madre), el cantante y compositor Troye Sivan (X-Men orígenes: Lobezno), David Joseph Craig (Una relación abierta), Jesse LaTourette, Britton Sear y Theodore Pellerin (First Light).
El guion de IDENTIDAD BORRADA está escrito por el propio Joel Edgerton a partir de la historia real de Garrard Conley contada en sus memorias tituladas "Boy Erased: A Memoir of Identity, Faith, and Family", publicadas en 2016 por Penguin Random House.
El equipo técnico de la película está encabezado por el director de fotografía Eduard Grau (Gringo: Se busca vivo o muerto), el diseñador de producción Chad Keith (Loving). el montador Jay Rabinowitz (Réquiem por un sueño), el supervisor de efectos visuales Chris LeDoux (12 años de esclavitud) y la diseñadora de vestuario Trish Summerville (Westworld, Perdida, Gorrión rojo).
Han transcurrido 14 años desde que Garrard Conley, autor del libro en el que se basa la película, siguiera una terapia de conversión en el centro “Love in Action” (Amor en acción); sin embargo, para él, las imágenes, los sonidos y las texturas siguen tan nítidas como si hubiera sido ayer: el brillo de los Doce Pasos plastificados y colgados de las austeras paredes blancas; la cadencia de las instrucciones que le daba el psicoterapeuta, el tacto de las sillas acolchadas a través de su camisa blanca. Catorce años no han podido borrar el dolor del trauma que está experiencia le creó, pero le han enseñado mucho. Su padre ya no es el malo de la historia y él tampoco es la víctima. Su madre no es solo la mujer del pastor atrapada entre dos extremos irreconciliables. Con el tiempo, sus historias, como todas las historias cuando se estudian detenidamente, se han convertido en algo muy humano.
Cuando Joel Edgerton, Lucas Hedges y el coproductor/actor David Craig fueron a la casa de su familia en Arkansas para documentarse de primera mano con la intención de adaptar sus memorias al cine, vio reflejadosu punto de vista en la forma en que aquellos extraños hablaban sinceramente con sus padres baptistas. Se tomaban en serio su historia, la historia de su familia. En aquel pequeño salón, la terapia de conversión dejó de ser un tema de sátira o una broma de mal gusto, dejó de ser una preocupación pueblerina para mostrarse cómo es realmente, una práctica con trágicas consecuencias que existe desde tiempos coloniales, y cuyos perdurables efectos no solo alteran la vida de pacientes “exgay”, sino también la de su familia y amigos. Da igual ser el sujeto o el objeto de un prejuicio, ambas partes acaban dañadas.
Garrard Conley espera que IDENTIDAD BORRADA sea la continuación de sus memorias. La intención del equipo, al contar su historia, es ofrecer palabras de solidaridad a todos los que han pasado por la terapia de conversión. Pero también se preguntan cómo puede imponerse semejante intolerancia a seres queridos. Quieren ofrecer algún tipo de contexto para que el espectador entienda que este tipo de injusticia social no siempre parte de monstruos, sino de personas cercanas a nosotros, figuras trágicas cuya decencia se ve superada a menudo por sus acciones. “Quiero que tu padre se convenza de que no debía hacer lo que hizo, que estaba mal”, le dijo Joel camino del aeropuerto. “Y quiero hacerlo en un idioma que sea comprensible para él y para otros como él”.
Joel Edgerton conoció a Garrard Conley en un café de Brooklyn una fría tarde de febrero de 2017. Desde ese primer día, el objetivo de esta película ha sido hacer que la gente se dé cuenta de los nocivos efectos de la terapia de conversión y hacer justicia a la historia personal de Garrard en la gran pantalla.
De niño, los mayores temores del director, la razón de todas sus pesadillas era cualquier tipo de situación que le quitara libertad: la guerra, la cárcel, los cultos, la abducción por alienígenas o separarse de sus padres. Estas cuestiones también se convirtieron en la base de sus oraciones cuando, de joven adolescente, le introdujeron al catolicismo.
Como realizador y espectador de películas, estos temas siguen interesándole. El miedo a perder la libertad fue lo que le atrajo de la historia cuando la productora Kerry Kohansky-Roberts le sugirió que leyera el libro. Efectivamente, todo estaba ahí, pero había algo más, y fue ese algo más lo que le empujó a querer plasmar la historia de Garrard en la pantalla.
Es una historia de injusticia, unas memorias en las que narra la pérdida de libertad y la forma en que fue enjuiciado. Su lucha por ser aceptado se basaba en un amor profundo, en el dolor que nace del amor más grande, y de una enorme confusión. El drama real surgió cuando varias personas expresaron ideas totalmente opuestas. Y en medio de todo esto apareció otro dilema: ninguno de los que privaron a Garrad de ser él mismo, era una mala persona. Todos estaban convencidos de hacer lo que debían.
Decidido a llevar la historia de Garrard al cine, Joel Edgerton decidió que solo podía hacerlo con la mayor sinceridad posible. Estaba decidido a tener en consideración la posición y las creencias de cada uno de los personajes. No describiría a villanos si no lo eran; habría sido demasiado fácil y deshonesto. Estaba convencido de que, debido a lo que se describiría en IDENTIDAD BORRADA, habría días en que sería difícil rodar para los actores y el equipo, pero le pareció muy importante ser honrados y no faltar a la verdad. Además, el recorrido valdría la pena porque la historia de Garrard culmina con esperanza. Ante todo debía describir su evolución y el deseo que le ayudó a forjar su propia identidad y su futuro a pesar de una firme oposición, lo que obligó a su entorno a tomar una dirección positiva. Fue capaz de hacerles cambiar.
Pensando en el mundo interior del director, no es sorprendente que "Alguien voló sobre el nido del cuco" sea su película favorita. Es interesante tener en cuenta que la película, rodada en 1975, se basa en un libro escrito en 1962, cinco años antes de que se prohibieran las lobotomías en Estados Unidos. La novela, al igual que las memorias de Garrard, se centra en una práctica más que cuestionable. Aunque parezca mentira está película está realizada en una época en que la terapia de conversión sigue existiendo en gran parte de los Estados Unidos y en otras partes del mundo pese a que la Organización Mundial de la Salud ha advertido que "terapias" de cambio de orientación sexual no tienen justificación médica y amenazan el bienestar de las personas que pueden llegar hasta el suicidio. En la actualidad hay cerca de 77.000 personas retenidas en centros de reorientación sexual solo en los Estados Unidos.
Para Joel Edgerton al hacer una buena película sobre está historia, tienen la oportunidad de que se hable más de un tema que mucha gente ignora. La terapia de conversión o de reorientación sexual se practica de varias formas y en numerosos países. A veces se basa en la religión, otras no. A veces usa la psicoterapia. Pero sea cual sea el método, hay una constante que no cambia: es muy dañina.
Pero como todas las historias dentro de una cárcel o un establecimiento de este tipo, gira en torno al deseo de ser libre. La libertad en todas sus formas implica la aceptación. La película no está dirigida solo a las personas expuestas a la terapia de conversión, sino también a sus familias. Edgerton espera que este mensaje haga mella en los padres que tienen problemas a la hora de aceptar a sus hijos. La sexualidad no se escoge, no puede curarse ni aprenderse, pero la aceptación, por suerte, sí se aprende.
Para Joel Edgerton, todo este proceso le ha enseñado mucho acerca de amar a otros y, a la vez, a sí mismo. "He conocido a un gran número de personas apasionadas, de miras amplias y cariñosas. Me ha abierto los ojos y el corazón a mundos diferentes de los que ignoraba la existencia. Me ha hecho revaluar mi sentido de la fe y ha reforzado mi entrega a la aceptación del otro. Espero que cuando los espectadores vean IDENTIDAD BORRADA sientan la enorme pasión que se ha invertido en este proyecto. A pesar de que seamos diferentes los unos de los otros, todos compartimos la misma emoción intrínseca, el amor. El amor siempre prevalecerá, siempre ganará, y de esto trata la película."
Fueron necesarios casi diez años para que Garrard Conley superara sus temores y reunir el valor para empezar a escribir sobre lo que le pasó en una terapia de conversión. Como muchos supervivientes de una experiencia tan traumática como esta, el escritor no podía apartar el sentimiento de culpabilidad, vergüenza y remordimiento por algo que de ningún modo podía controlar. Gracias a las redes sociales, empezó a leer un sinfín de relatos personales escritos por otras personas sometidas a una experiencia similar a la suya. Entonces se dio cuenta de que compartir su historia no era una opción, sino una necesidad. Se hizo con las riendas de sus miedos y canalizó toda su energía en escribir "Boy Erased: A Memoir of Identity, Faith and Family". El libro fue publicado en mayo del año 2016 y la respuesta positiva de la comunidad LGBTQ fue inmediata. Garrard Conley había hecho lo que nadie antes: dar una cara, un nombre y una voz a las atrocidades de la terapia de conversión. Al hacerlo, lanzó un salvavidas a otros jóvenes y adultos que habían pasado por la misma terrible situación que él.
Garrard Conley no sabía que sus memorias tendrían un recorrido tan inesperado. Primero cayeron en manos de la veterana productora Kerry Kohansky-Roberts (Proceso de admisión, la serie “Berlin Station”) y de Steve Golin, fundador de la empresa Anonymous Content que ha producido películas como "El renacido" o "Spotlight" y series como "Mr. Robot" o "True Detective". Kerry Kohansky-Roberts termino el libro en muy poco tiempo y acto seguido llamó a Joel Edgerton para que lo leyera. Intrigado, el director empezó a leerlo, e igual que la productora, fue incapaz de dejar el libro hasta terminarlo. “Era como mirar dentro de una habitación prohibida y descubrir cosas de las que solo se habla en voz baja”, dice. Como muchas otras personas, Joel Edgerton no conocía la terapia de conversión personalmente. Envuelta en un aura de espacio seguro y de experiencia religiosa iluminadora, no suele decirse que la terapia de conversión es algo más cercano a un centro de detención, un lugar donde se intenta convencer a niños y adultos de que el pasa algo muy malo y que allí pueden “curarles” de sus tendencias pecaminosas.
Unas semanas después, Garrard Conley y Joel Edgerton quedaron en un café de Brooklyn. Pero el director no estaba convencido de que fuera la persona idónea para adaptar las memorias del autor a la gran pantalla y decidió darse un poco de tiempo para pensárselo. Casi sin darse cuenta Edgerton ya había terminado la primera versión del guion de lo que sería IDENTIDAD BORRADA y se la mandó a Garrard Conley para que le diera su opinión y algún que otro consejo. Gracias al apoyo del escritor y a sus sugerencias, el guion no tardó en cobrar forma y llegó la hora de buscar a los actores.
Los productores y el director tenían muy claro desde el cominezo que ninguno de los personajes de la película debía ser un héroe o un villano. Para que la película fuera fiel al libro, los personajes debían ser tal como eran en la vida real, personas complejas guiadas por sus creencias. Para conseguirlo, realizaron una lista ideal en la que aparecían Lucas Hedges, Nicole Kidman y Russell Crowe.
Desde el momento en que leyeron el libro, ni Kerry Kohansky-Roberts ni Joel Edgerton no podían pensar en otro actor que no fuera Lucas Hedges. Los dos sabían que era un intérprete de una gran sensibilidad y que llenaba la pantalla incluso sin necesidad de diálogos. Pero antes de aceptar el papel, el actor quiso hablar con Garrard Conley. Primero fue una llamada telefónica y luego quedaron para dar un tranquilo paseo por Brooklyn. Lucas Hedges incluso le enseñó su ejemplar de su libro con un montón de anotaciones, subrayados y esquinas de páginas dobladas. Garrard Conley supo que Luchas Hedges iba a cuidar de su historia.
Ahora tocaba encontrar a los padres de Jared, a Martha y a Marshall. Pero no iba a ser fácil dar con dos actores capaces de interpretar a personajes tan potentes.
Nicole Kidman da vida a Nancy, la madre de Jared, un papel clave en el film. Es la mujer del predicador baptista y la madre de un hijo al que adora, pero se ve atrapada y debe decidir qué es lo mejor para Jared. En la película, Nancy acaba dejando decidir a los hombres qué hacer con Jared, a pesar de que sabe en lo más profundo de su ser que lo que están haciendo no está bien. Cuando por fin se da cuenta de la confusión y de la depresión que la terapia le produce a Jared, se decide a hacer algo. Nancy pasa de ser la cuidadora de Jared a la persona que le ayuda a escapar. Nicole Kidman ha retratado perfectamente lo mal que lo pasa Nancy, una mujer llena de amor maternal, poco complicada y de una gran dignidad. “Me gusta que una madre o un padre proteja a su hijo”, explica Joel Edgerton, “sin que importe la talla o la fuerza. En esto, la madre de Garrard y Nicole son parecidas. Es maravilloso ver a Nancy emerger de una fragilidad semejante”.
Era crucial que la relación entre Nancy y Marshall, su marido, fuera natural. Marshall Conley, al que da vida Russell Crowe, vive por y para Dios, tiene poco contacto con la vida real. En su condición de ministro baptista incapaz de ver más allá de una interpretación literal de la Biblia, Marshall no puede aceptar que su hijo “elija” ser homosexual. Russell Crowe impregna al personaje una autenticidad que se ve pocas veces en pantalla. Aparenta una gran solidez y, a la vez, mucha sensibilidad. Russell Crowe enfrento su personaje con mucha compasión y con una entrega personal nacida del amor que siente por su hijo. Aporta cierta empatía a la posición de Marshall, sin que importe si uno cree que tiene o no tiene razón. Para preparar el papel, el actor se presentó anónimamente en la iglesia del pastor Conley en Mountain Home, Arkansas. Sentado en la ultima fila escuchó todo el sermón mientras tomaba notas. Esto y otras cosas parecidas hicieron posible que Russell Crowe se convirtiera en Marshall, hasta el punto de no salir del personaje incluso entre toma y toma. El actor y el autor se criaron en un entorno similar. Marshall está convencido de que lo hace por el bien de su hijo y le influye para que acepte someterse a una terapia de conversión.
Joel Edgerton sabía desde el primer mo que el terapeuta Sykes sería el personaje que más costaría no convertir en un malvado y decidió ser él mismo el encargado de darle vida, pero antes quiso documentarse a fondo. Comió con John Smid, el exdirector de “Love in Action” (LIA), el programa en que ingresó Garrard Conley, que a pesar de dirigir el centro durante años, empezó allí como paciente. No tardó en convertirse en el gran defensor de la terapia de conversión. Joel Edgerton no iba a dejar pasar algo tan irónico como que un exgay fuese quien controlase sesiones de terapia para miembros de la comunidad LGBTQ. “Me fascinó que gran parte del personal se considerase exgay”, dice Joel Edgerton. “El círculo del abuso se cerraba”. Los productores y el cineasta barajaron muchas opciones antes de decidir que Joel Edgerton encarnara el papel del terapeuta. No es fácil actuar y dirigir a la vez, pero Joel Edgerton ya hizo lo mismo con su primera película como director "El regalo" en 2015. En el papel de Sykes, Edgerton consigue mantenerse en la cuerda floja y encarnar a alguien capaz de hacer cosas horribles a pesar de haber sido víctima de lo mismo. Muestra perfectamente lo que representa la terapia de conversión.
Para que Joel Edgerton pudiera plasmar su visión de la historia de Garrard Conley, debía rodearse del mejor equipo técnico a su alcance. Meses antes de que empezara el proceso de casting, los productores ya se habían puesto en contacto con jefes de departamento de la talla del director de fotografía Eduard Grau, el diseñador de producción Chad Keith, la diseñadora de vestuario Trish Summerville, o el estilista Kim Santantonio. Para poner en pie IDENTIDAD BORRADA, el equipo técnico debía inspirarse tanto en las memorias de Garrard Conley como en el guion de Joel Edgerton para ofrecer la representación más fidedigna de la historia a los espectadores. Se basaron en fotografías de la familia, además de mantener largas conversaciones con el autor y sus padres.
Completan el reparto de la película: Cherry Jones (la serie “Transparent”), el músico australiano Michael Balzary “Flea” (Baby Driver), Joe Alwyn (El sentido de un final), el también director Xavier Dolan (Yo maté a mi madre), el cantante y compositor Troye Sivan (X-Men orígenes: Lobezno), David Joseph Craig (Una relación abierta), Jesse LaTourette, Britton Sear y Theodore Pellerin (First Light).
El guion de IDENTIDAD BORRADA está escrito por el propio Joel Edgerton a partir de la historia real de Garrard Conley contada en sus memorias tituladas "Boy Erased: A Memoir of Identity, Faith, and Family", publicadas en 2016 por Penguin Random House.
El equipo técnico de la película está encabezado por el director de fotografía Eduard Grau (Gringo: Se busca vivo o muerto), el diseñador de producción Chad Keith (Loving). el montador Jay Rabinowitz (Réquiem por un sueño), el supervisor de efectos visuales Chris LeDoux (12 años de esclavitud) y la diseñadora de vestuario Trish Summerville (Westworld, Perdida, Gorrión rojo).
Han transcurrido 14 años desde que Garrard Conley, autor del libro en el que se basa la película, siguiera una terapia de conversión en el centro “Love in Action” (Amor en acción); sin embargo, para él, las imágenes, los sonidos y las texturas siguen tan nítidas como si hubiera sido ayer: el brillo de los Doce Pasos plastificados y colgados de las austeras paredes blancas; la cadencia de las instrucciones que le daba el psicoterapeuta, el tacto de las sillas acolchadas a través de su camisa blanca. Catorce años no han podido borrar el dolor del trauma que está experiencia le creó, pero le han enseñado mucho. Su padre ya no es el malo de la historia y él tampoco es la víctima. Su madre no es solo la mujer del pastor atrapada entre dos extremos irreconciliables. Con el tiempo, sus historias, como todas las historias cuando se estudian detenidamente, se han convertido en algo muy humano.
Cuando Joel Edgerton, Lucas Hedges y el coproductor/actor David Craig fueron a la casa de su familia en Arkansas para documentarse de primera mano con la intención de adaptar sus memorias al cine, vio reflejadosu punto de vista en la forma en que aquellos extraños hablaban sinceramente con sus padres baptistas. Se tomaban en serio su historia, la historia de su familia. En aquel pequeño salón, la terapia de conversión dejó de ser un tema de sátira o una broma de mal gusto, dejó de ser una preocupación pueblerina para mostrarse cómo es realmente, una práctica con trágicas consecuencias que existe desde tiempos coloniales, y cuyos perdurables efectos no solo alteran la vida de pacientes “exgay”, sino también la de su familia y amigos. Da igual ser el sujeto o el objeto de un prejuicio, ambas partes acaban dañadas.
Garrard Conley espera que IDENTIDAD BORRADA sea la continuación de sus memorias. La intención del equipo, al contar su historia, es ofrecer palabras de solidaridad a todos los que han pasado por la terapia de conversión. Pero también se preguntan cómo puede imponerse semejante intolerancia a seres queridos. Quieren ofrecer algún tipo de contexto para que el espectador entienda que este tipo de injusticia social no siempre parte de monstruos, sino de personas cercanas a nosotros, figuras trágicas cuya decencia se ve superada a menudo por sus acciones. “Quiero que tu padre se convenza de que no debía hacer lo que hizo, que estaba mal”, le dijo Joel camino del aeropuerto. “Y quiero hacerlo en un idioma que sea comprensible para él y para otros como él”.
Joel Edgerton conoció a Garrard Conley en un café de Brooklyn una fría tarde de febrero de 2017. Desde ese primer día, el objetivo de esta película ha sido hacer que la gente se dé cuenta de los nocivos efectos de la terapia de conversión y hacer justicia a la historia personal de Garrard en la gran pantalla.
De niño, los mayores temores del director, la razón de todas sus pesadillas era cualquier tipo de situación que le quitara libertad: la guerra, la cárcel, los cultos, la abducción por alienígenas o separarse de sus padres. Estas cuestiones también se convirtieron en la base de sus oraciones cuando, de joven adolescente, le introdujeron al catolicismo.
Como realizador y espectador de películas, estos temas siguen interesándole. El miedo a perder la libertad fue lo que le atrajo de la historia cuando la productora Kerry Kohansky-Roberts le sugirió que leyera el libro. Efectivamente, todo estaba ahí, pero había algo más, y fue ese algo más lo que le empujó a querer plasmar la historia de Garrard en la pantalla.
Es una historia de injusticia, unas memorias en las que narra la pérdida de libertad y la forma en que fue enjuiciado. Su lucha por ser aceptado se basaba en un amor profundo, en el dolor que nace del amor más grande, y de una enorme confusión. El drama real surgió cuando varias personas expresaron ideas totalmente opuestas. Y en medio de todo esto apareció otro dilema: ninguno de los que privaron a Garrad de ser él mismo, era una mala persona. Todos estaban convencidos de hacer lo que debían.
Decidido a llevar la historia de Garrard al cine, Joel Edgerton decidió que solo podía hacerlo con la mayor sinceridad posible. Estaba decidido a tener en consideración la posición y las creencias de cada uno de los personajes. No describiría a villanos si no lo eran; habría sido demasiado fácil y deshonesto. Estaba convencido de que, debido a lo que se describiría en IDENTIDAD BORRADA, habría días en que sería difícil rodar para los actores y el equipo, pero le pareció muy importante ser honrados y no faltar a la verdad. Además, el recorrido valdría la pena porque la historia de Garrard culmina con esperanza. Ante todo debía describir su evolución y el deseo que le ayudó a forjar su propia identidad y su futuro a pesar de una firme oposición, lo que obligó a su entorno a tomar una dirección positiva. Fue capaz de hacerles cambiar.
Pensando en el mundo interior del director, no es sorprendente que "Alguien voló sobre el nido del cuco" sea su película favorita. Es interesante tener en cuenta que la película, rodada en 1975, se basa en un libro escrito en 1962, cinco años antes de que se prohibieran las lobotomías en Estados Unidos. La novela, al igual que las memorias de Garrard, se centra en una práctica más que cuestionable. Aunque parezca mentira está película está realizada en una época en que la terapia de conversión sigue existiendo en gran parte de los Estados Unidos y en otras partes del mundo pese a que la Organización Mundial de la Salud ha advertido que "terapias" de cambio de orientación sexual no tienen justificación médica y amenazan el bienestar de las personas que pueden llegar hasta el suicidio. En la actualidad hay cerca de 77.000 personas retenidas en centros de reorientación sexual solo en los Estados Unidos.
Para Joel Edgerton al hacer una buena película sobre está historia, tienen la oportunidad de que se hable más de un tema que mucha gente ignora. La terapia de conversión o de reorientación sexual se practica de varias formas y en numerosos países. A veces se basa en la religión, otras no. A veces usa la psicoterapia. Pero sea cual sea el método, hay una constante que no cambia: es muy dañina.
Pero como todas las historias dentro de una cárcel o un establecimiento de este tipo, gira en torno al deseo de ser libre. La libertad en todas sus formas implica la aceptación. La película no está dirigida solo a las personas expuestas a la terapia de conversión, sino también a sus familias. Edgerton espera que este mensaje haga mella en los padres que tienen problemas a la hora de aceptar a sus hijos. La sexualidad no se escoge, no puede curarse ni aprenderse, pero la aceptación, por suerte, sí se aprende.
Para Joel Edgerton, todo este proceso le ha enseñado mucho acerca de amar a otros y, a la vez, a sí mismo. "He conocido a un gran número de personas apasionadas, de miras amplias y cariñosas. Me ha abierto los ojos y el corazón a mundos diferentes de los que ignoraba la existencia. Me ha hecho revaluar mi sentido de la fe y ha reforzado mi entrega a la aceptación del otro. Espero que cuando los espectadores vean IDENTIDAD BORRADA sientan la enorme pasión que se ha invertido en este proyecto. A pesar de que seamos diferentes los unos de los otros, todos compartimos la misma emoción intrínseca, el amor. El amor siempre prevalecerá, siempre ganará, y de esto trata la película."
Fueron necesarios casi diez años para que Garrard Conley superara sus temores y reunir el valor para empezar a escribir sobre lo que le pasó en una terapia de conversión. Como muchos supervivientes de una experiencia tan traumática como esta, el escritor no podía apartar el sentimiento de culpabilidad, vergüenza y remordimiento por algo que de ningún modo podía controlar. Gracias a las redes sociales, empezó a leer un sinfín de relatos personales escritos por otras personas sometidas a una experiencia similar a la suya. Entonces se dio cuenta de que compartir su historia no era una opción, sino una necesidad. Se hizo con las riendas de sus miedos y canalizó toda su energía en escribir "Boy Erased: A Memoir of Identity, Faith and Family". El libro fue publicado en mayo del año 2016 y la respuesta positiva de la comunidad LGBTQ fue inmediata. Garrard Conley había hecho lo que nadie antes: dar una cara, un nombre y una voz a las atrocidades de la terapia de conversión. Al hacerlo, lanzó un salvavidas a otros jóvenes y adultos que habían pasado por la misma terrible situación que él.
Garrard Conley no sabía que sus memorias tendrían un recorrido tan inesperado. Primero cayeron en manos de la veterana productora Kerry Kohansky-Roberts (Proceso de admisión, la serie “Berlin Station”) y de Steve Golin, fundador de la empresa Anonymous Content que ha producido películas como "El renacido" o "Spotlight" y series como "Mr. Robot" o "True Detective". Kerry Kohansky-Roberts termino el libro en muy poco tiempo y acto seguido llamó a Joel Edgerton para que lo leyera. Intrigado, el director empezó a leerlo, e igual que la productora, fue incapaz de dejar el libro hasta terminarlo. “Era como mirar dentro de una habitación prohibida y descubrir cosas de las que solo se habla en voz baja”, dice. Como muchas otras personas, Joel Edgerton no conocía la terapia de conversión personalmente. Envuelta en un aura de espacio seguro y de experiencia religiosa iluminadora, no suele decirse que la terapia de conversión es algo más cercano a un centro de detención, un lugar donde se intenta convencer a niños y adultos de que el pasa algo muy malo y que allí pueden “curarles” de sus tendencias pecaminosas.
Unas semanas después, Garrard Conley y Joel Edgerton quedaron en un café de Brooklyn. Pero el director no estaba convencido de que fuera la persona idónea para adaptar las memorias del autor a la gran pantalla y decidió darse un poco de tiempo para pensárselo. Casi sin darse cuenta Edgerton ya había terminado la primera versión del guion de lo que sería IDENTIDAD BORRADA y se la mandó a Garrard Conley para que le diera su opinión y algún que otro consejo. Gracias al apoyo del escritor y a sus sugerencias, el guion no tardó en cobrar forma y llegó la hora de buscar a los actores.
Los productores y el director tenían muy claro desde el cominezo que ninguno de los personajes de la película debía ser un héroe o un villano. Para que la película fuera fiel al libro, los personajes debían ser tal como eran en la vida real, personas complejas guiadas por sus creencias. Para conseguirlo, realizaron una lista ideal en la que aparecían Lucas Hedges, Nicole Kidman y Russell Crowe.
Desde el momento en que leyeron el libro, ni Kerry Kohansky-Roberts ni Joel Edgerton no podían pensar en otro actor que no fuera Lucas Hedges. Los dos sabían que era un intérprete de una gran sensibilidad y que llenaba la pantalla incluso sin necesidad de diálogos. Pero antes de aceptar el papel, el actor quiso hablar con Garrard Conley. Primero fue una llamada telefónica y luego quedaron para dar un tranquilo paseo por Brooklyn. Lucas Hedges incluso le enseñó su ejemplar de su libro con un montón de anotaciones, subrayados y esquinas de páginas dobladas. Garrard Conley supo que Luchas Hedges iba a cuidar de su historia.
Ahora tocaba encontrar a los padres de Jared, a Martha y a Marshall. Pero no iba a ser fácil dar con dos actores capaces de interpretar a personajes tan potentes.
Nicole Kidman da vida a Nancy, la madre de Jared, un papel clave en el film. Es la mujer del predicador baptista y la madre de un hijo al que adora, pero se ve atrapada y debe decidir qué es lo mejor para Jared. En la película, Nancy acaba dejando decidir a los hombres qué hacer con Jared, a pesar de que sabe en lo más profundo de su ser que lo que están haciendo no está bien. Cuando por fin se da cuenta de la confusión y de la depresión que la terapia le produce a Jared, se decide a hacer algo. Nancy pasa de ser la cuidadora de Jared a la persona que le ayuda a escapar. Nicole Kidman ha retratado perfectamente lo mal que lo pasa Nancy, una mujer llena de amor maternal, poco complicada y de una gran dignidad. “Me gusta que una madre o un padre proteja a su hijo”, explica Joel Edgerton, “sin que importe la talla o la fuerza. En esto, la madre de Garrard y Nicole son parecidas. Es maravilloso ver a Nancy emerger de una fragilidad semejante”.
Era crucial que la relación entre Nancy y Marshall, su marido, fuera natural. Marshall Conley, al que da vida Russell Crowe, vive por y para Dios, tiene poco contacto con la vida real. En su condición de ministro baptista incapaz de ver más allá de una interpretación literal de la Biblia, Marshall no puede aceptar que su hijo “elija” ser homosexual. Russell Crowe impregna al personaje una autenticidad que se ve pocas veces en pantalla. Aparenta una gran solidez y, a la vez, mucha sensibilidad. Russell Crowe enfrento su personaje con mucha compasión y con una entrega personal nacida del amor que siente por su hijo. Aporta cierta empatía a la posición de Marshall, sin que importe si uno cree que tiene o no tiene razón. Para preparar el papel, el actor se presentó anónimamente en la iglesia del pastor Conley en Mountain Home, Arkansas. Sentado en la ultima fila escuchó todo el sermón mientras tomaba notas. Esto y otras cosas parecidas hicieron posible que Russell Crowe se convirtiera en Marshall, hasta el punto de no salir del personaje incluso entre toma y toma. El actor y el autor se criaron en un entorno similar. Marshall está convencido de que lo hace por el bien de su hijo y le influye para que acepte someterse a una terapia de conversión.
Joel Edgerton sabía desde el primer mo que el terapeuta Sykes sería el personaje que más costaría no convertir en un malvado y decidió ser él mismo el encargado de darle vida, pero antes quiso documentarse a fondo. Comió con John Smid, el exdirector de “Love in Action” (LIA), el programa en que ingresó Garrard Conley, que a pesar de dirigir el centro durante años, empezó allí como paciente. No tardó en convertirse en el gran defensor de la terapia de conversión. Joel Edgerton no iba a dejar pasar algo tan irónico como que un exgay fuese quien controlase sesiones de terapia para miembros de la comunidad LGBTQ. “Me fascinó que gran parte del personal se considerase exgay”, dice Joel Edgerton. “El círculo del abuso se cerraba”. Los productores y el cineasta barajaron muchas opciones antes de decidir que Joel Edgerton encarnara el papel del terapeuta. No es fácil actuar y dirigir a la vez, pero Joel Edgerton ya hizo lo mismo con su primera película como director "El regalo" en 2015. En el papel de Sykes, Edgerton consigue mantenerse en la cuerda floja y encarnar a alguien capaz de hacer cosas horribles a pesar de haber sido víctima de lo mismo. Muestra perfectamente lo que representa la terapia de conversión.
Para que Joel Edgerton pudiera plasmar su visión de la historia de Garrard Conley, debía rodearse del mejor equipo técnico a su alcance. Meses antes de que empezara el proceso de casting, los productores ya se habían puesto en contacto con jefes de departamento de la talla del director de fotografía Eduard Grau, el diseñador de producción Chad Keith, la diseñadora de vestuario Trish Summerville, o el estilista Kim Santantonio. Para poner en pie IDENTIDAD BORRADA, el equipo técnico debía inspirarse tanto en las memorias de Garrard Conley como en el guion de Joel Edgerton para ofrecer la representación más fidedigna de la historia a los espectadores. Se basaron en fotografías de la familia, además de mantener largas conversaciones con el autor y sus padres.
No hay comentarios :
Publicar un comentario