WONDERSTRUCK. EL MUSEO DE LAS MARAVILLAS, la nueva película de Todd Haynes (Lejos del cielo, Carol) basada en la novela 'Wonderstruck' de Brian Selznick, publicada en 2011, se estrena este viernes 5 de enero en los cines españoles, después de su paso por el Festival de Cannes 2017.
Ben y Rose son niños de dos épocas distintas, que desean en secreto que sus vidas sean diferentes. Ben sueña con el padre que nunca conoció, mientras Rose lo hace con una misteriosa actriz cuya vida narra en un libro de recuerdos. Cuando Ben descubre una pista en casa y Rose lee un tentador titular en el periódico, ambos comienzan una búsqueda que se desarrollará con una fascinante simetría.
En 1927, una niña huye de su casa en Nueva Jersey para ir a Manhattan, con la esperanza de encontrar a alguien que fue importante para ella en el pasado. Cincuenta años más tarde, un niño sordo con una trágica historia personal encuentra una pista sobre su familia que lo lleva a huir de la Minnesota rural en la que crece, hasta Nueva York. A medida que sus aventuras los conducen a nuevos lugares, donde los misterios sobre ellos mismos y sobre el mundo parecen acecharles, sus historias se cruzan en una simetría hipnotizante impulsada por la esperanza.
Rose (Millicent Simmonds) sufre un estricto control por parte de su padre, algo típico para un niño sordo en su época. La mantienen escondida, con apenas conexión con el mundo exterior más allá de su querido libro de recuerdos, una obra dedicada principalmente a la carrera de una actriz llamada Lillian Mayhew (Julianne Moore). Cuando Mayhew llega a Nueva York para estrenar una nueva obra de teatro, Rose logra huir a Manhattan, con la esperanza de conocer a la estrella del cine mudo. En cuanto a Ben, (Oakes Fegley), de Minnessotta, su sordera es reciente, y es el resultado de un extraño accidente que ocurrió poco después de la muerte de su madre Elaine (Michelle Williams). Ordenando los objetos de su madre, encuentra una pista sobre su desconocido padre: un libro de recuerdos de la ciudad de Nueva York. Se sube a un autobús, a escondidas de su desdichada tía, para ir a Manhattan.
Para ambos, su incapacidad para oír y comunicarse (sin conocer la lengua de signos) hace que su búsqueda en la gran ciudad sea emocionante a la par que peligrosa. Sus objetivos en seguida se vuelven complejos como el caos y la confusión de las calles de la ciudad. A pesar de su madurez y determinación, les cuesta buscar ayuda. Ambos terminan resguardándose en el Museo Americano de Historia Natural, donde habrá quien les ayude a responder sus preguntas.
EL SABOR DEL SILENCIO: ADAPTAR “EL MUSEO DE LAS MARAVILLAS” PARA LA GRAN PANTALLA
Cualquiera que haya leído la novela de Brian Selznick,"La invención de Hugo Cabret", o que haya visto "Hugo", la aclamada adaptación cinematográfica de Martin Scorsese, probablemente no se sorprenda al enterarse de que EL MUSEO DE LAS MARAVILLAS documenta los miedos de un niño que descubre un mundo adulto marcado por la soledad, la confusión y el arrepentimiento. Y al igual que su predecesora, EL MUSEO DE LAS MARAVILLAS logra infundir a su historia las sensaciones infantiles de que la magia existe y de que todo es posible. Un maestro de lo que él llama "hacer libros", las novelas de Selznick están tan bien nutridas de asombrosas ilustraciones como de personajes vívidos e imaginativos.“Muchas personas que leyeron "La invención de Hugo Cabret" me dijeron que les gustaban las secciones de ilustraciones, porque es como si todo se calmase”, recuerda Selznick, a propósito de la inspiración de “Maravillas”. Y continúa: “Cuando lees tu imaginación escucha las palabras, y entonces la narración continúa en imágenes, sin palabras: todo se traslada a una parte diferente de tu cerebro. Las palabras se desvanecen y vemos lo que sucede. Esa sensación de calma al mirar las imágenes me intrigaba mucho”. Algo similar se le ocurrió a Selznick cuando vio el documental de 2007 de PBS "Through Deaf Eyes". Un hombre describía la sordera como una cultura visual, porque el lenguaje es un algo visual”, dice Selznick. Describiendo con su voz y en lengua de signos, Selznick continúa: “Pensé: tal vez si hago un libro en el que haya imágenes que cuenten la historia de un personaje sordo, eso sería de alguna manera paralelo a la forma en que experimenta la vida, porque ambos serían visuales”.
El resultado es un libro que es diferente a cualquier otra experiencia lectora. Tras su publicación en 2011, “Maravillas” se convirtió en una lectura obligada para gente de todas las edades. El impulso inicial de contar la historia de un viaje extraordinario desde la perspectiva de un niño sordo se convirtió en dos historias y dos viajes, contados alternativamente. Una historia se muestra únicamente a través de las ilustraciones exquisitamente detalladas y delicadas de Selznick, en la línea de la mejor novela gráfica, pero sin texto alguno: se trata de la vida vista a través de los ojos de la joven Rose, en 1927. Sorda de nacimiento, Rose vive con un padre que la esconde del mundo, de forma que decide escapar a New York para encontrarse con una actriz famosa, Lillian Mayhew. El lector experimenta el gran paisaje urbano en pleno apogeo de la era del jazz a través de los ojos de Rose: el sabor del silencio transmitido con toda pasión.
La segunda historia ocurre cincuenta años más tarde, y también la protagoniza un joven héroe, Ben, que también viaja a Nueva York, pero esta vez buscando pistas de su padre, al que perdió hace mucho tiempo. Ben es sordo desde hace poco, y por eso su historia se cuenta en prosa, ya que experimenta muchos de los desafíos y obstáculos que también vive Rose, pero con unos recuerdos, intenciones y habilidades diferentes. En última instancia, por supuesto, ambas historias se cruzan; la chica que alguna vez fue Rose surge como la mujer mayor que podría tener la llave sobre sí mismo que busca Ben. Pero a lo largo del viaje, al lector se le mete y se le saca de cada historia mediente la habilidad de Selznick de mezclar estas diferentes formas de lectura. Lo que el lector “ve” en la historia de Rose desafía el lenguaje, mientras que lo que el lector “oye” en su cabeza a través de las palabras en la historia de Ben da alas a la imaginación visual de una forma que ninguna palabra podría describir con exactitud.
La adaptación de "La invención de Hugo Cabret" al cine fue sólo posible cuando Martin Scorsese se involucró en el proyecto. Sólo alguien con un brillante sentido de la narración cinematográfica, así como una técnica depurada, sería capaz de capturar la magia del libro. “A veces la gente me pide consejos sobre cómo entrar en la industria del cine”, bromea Selznick. “Y yo digo, 'Oh, es fácil. Haces libros durante unos 15-20 años, y luego esperas a que Martin Scorsese te llame”. De hecho, incluso tras el asombroso éxito de “Hugo” de Scorsese (cuyo guión adaptó John Logan), Selznick estaba seguro de que EL MUSEO DE LAS MARAVILLAS sería aún más difícil de trasponer a la gran pantalla, aunque sólo fuera por la naturaleza inusual de los personajes principales de la novela. “Pensé: este libro no puede adaptarse”, explica Selznick. “A diferencia de “Hugo”, donde se narra una historia con palabras e imágenes, EL MUSEO DE LAS MARAVILLAS está diseñado para ser dos historias: una sólo visual, y una sólo textual. Hice el libro pensando que no podría adaptarse al cine”.
Pero cuando terminó el libro y vio cómo Scorsese y Logan hacían posible el éxito de "Hugo”, el escritor reconsideró su postura. “Comencé a pensar que tal vez había alguna manera”, dice. Se propuso el ejercicio inicial de elaborar un guión por su cuenta, con algunas aportaciones de John Logan. “Él me ayudó mucho, y me dio notas y orientación. Su primer vistazo fue el más duro”, recuerda Selznick entre risitas. “Eliminó la mitad de las primeras 50 páginas”. Con la ayuda del ojo experimentado de Logan, Selznick se propuso que su técnica en la gran pantalla fuera tan digna como la literaria. La historia de Rose, ambientada en 1927, se rodaría en blanco y negro, y con la estética de una película muda, mientras que la de Ben se filmaría a todo color y con una banda sonora original. “Podemos unir ambas historias y jugar con el sonido dentro del silencio, e incluir música. No existía el límite de palabras e imágenes que existía en el libro, y pensé que eso funcionaría en la gran pantalla”, explica Selznick.
UN PROYECTO EN BUSCA DE SU EQUIPO
Una de las personas a las que Selznick mostró su proyecto de versión cinematográfica de EL MUSEO DE LAS MARAVILLAS fue otro miembro del equipo de “Hugo”, la experimentada diseñadora de vestuario (y tres veces ganadora del Oscar) Sandy Powell, cuya pasión por el proyecto y su visión creativa tuvieron como resultado que se embarcó en el papel de productora ejecutiva, así como diseñadora de vestuario. “Incluso antes de que Brian pensara en escribir el guión”, Powell recuerda, “ya le había dicho, ¿no sería genial que tu libro fuese también una película? E incluso en aquel momento, pensaba que sería genial si Todd Haynes lo llevara a cabo”. Tras leer uno de los primeros borradores de Selznick, Powell sabía que su instinto había dado en el clavo: “Voy a preguntarle a Todd si está interesado”, se dijo. Haynes estaba en la postproducción de su película más reciente, "Carol", y Powell sabía que andaría demasiado ocupado. “Pero al final de ese proceso, al menos conseguí que Todd y Brian se conociesen. Sabía que a Todd le llamaría la atención, y se interesaría más por el guión. Lo leyó de inmediato, fue muy emocionante para todos”.Con docenas de películas a sus espaldas, muchas de ellas obras maestras visuales de directores aclamados internacionalmente que exigen precisión y perfección, la sensibilidad creativa de Powell le dijo que se trataba de un proyecto especial, casi mágico. “Simplemente me encantó”, dice, entusiasmada. “Me encantó leer el libro, donde la historia se narra sencillamente a partir de imágenes... Pero la parte más interesante fue el tema de la sordera, ya que abordarlo en el cine supondría todo un reto. ¿Cómo lo haces? Es interesante ver cómo el sonido, y la falta del mismo, funcion en esta historia”.
Selznick, que se considera muy cinéfilo, se sintió halagado de que el prestigioso Haynes quisiera formar parte de EL MUSEO DE LAS MARAVILLAS, aunque en principio, como opinarán muchos espectadores, la adaptación pueda parecer un poco fuera de lo común. Al fin y al cabo, Haynes es conocido por hacer películas provocativas sobre situaciones muy “adultas” relacionadas con la sexualidad, la identidad y la responsabilidad social. Por un lado es cierto que sus películas a menudo cuentan con personajes infantiles, pero definitivamente, no es la persona en la pensaríamos para realizar una película sobre niños para el público en general.
“Nunca había pensado en Todd”, admite Selznick, “pero en cuanto Sandy le mencionó, pensé: 'es el único que podría hacerlo'. Todd es uno de los pocos directores cuya inteligencia queda patente en su producto artístico. No sientes ningún tipo de distancia ni de frialdad cuando ves una película suya. Al contrario: sientes a los personajes, la vida de estas personas, y comprendes que él tiene el control total de su mundo. Es un maestro del género. La sensibilidad que aporta, el sentido de verlo todo desde una perspectiva externa, era exactamente la forma en que yo imaginaba en el libro que estos niños, sordos, entendían el mundo que les rodea. Ambos buscan a su familia, su identidad... su historia. Y Todd lleva trabajando en eso durante toda su carrera.”
Por su parte, a Haynes le impresionó mucho la calidad de la adaptación de Selznick. “Lo que me llamó la atención”, recuerda, “es que ésta era la primera adaptación que Brian hacía de uno de sus libros. Era poderosamente cinematográfica, y básicamente invitaba al cineasta a revisitar su hermoso libro mediante un punto de vista cinematográfico”.
Al hablar del material de origen, Haynes comenta: “El libro funciona a un nivel más profundo, ya que pone a trabajar a la imaginación y permite que tú llenes las lagunas, y te apropies de la historia. El hecho de que se cree un diálogo entre dos periodos de tiempo, pero con el punto en común de la ciudad de Nueva York cincuenta años después (entre los años veinte y los años setenta) simplemente está pidiendo a gritos que esta historia se convierta en película”.
La productora de Haynes, Christine Vachon, agrega que además de los personajes muy conseguidos y la originalidad de la historia, las distintas épocas en que todo sucede fueron algo que le dio al proyecto un extra de creatividad y profundidad, que lo convirtieron en un desafío que vale la pena. Vachon explica: “La forma en que estas historias se entrecruzan de una forma inesperada y hermosa implica que hay una evocación muy auténtica de la infancia en ambas historias. Existía el reto de recrear la Nueva York de los años 70... Y yo crecí en la ciudad de Nueva York, yo era una adolescente en los años 70, por lo que realmente me impliqué”.
Esa conexión personal era importante para Vachon, ya que el público podría haber olvidado los años más sombríos de la ciudad de Nueva York. “A los espectadores de EL MUSEO DE LAS MARAVILLAS, que estarán más familiarizados con la Nueva York de Woody Allen o de “Sexo en Nueva York”, les sorprenderá encontrar en EL MUSEO DE LAS MARAVILLAS a la famosa metrópoli luchando por su supervivencia”.
“La historia funciona tan bien porque 1927 fue un período de esperanza, y la ciudad todavía estaba en construcción”, añade el productor John Sloss. “Nueva York resurgía. Pero en 1977 todo se desmoronó, y eso es algo que Brian supo transmitir en su novela, y que también es un elemento clave en la película”. Sloss creía tanto en EL MUSEO DE LAS MARAVILLAS que se implicó como productor total: renombrado productor en el mundo del cine independiente durante los últimos treinta años, a menudo se habla de Sloss como productor ejecutivo, rara vez asumiendo un papel más directo en el trabajo de producción, como sí hace en "El museo de las maravillas". La combinación del equipo creativo y el material artístico le convenció. “Fue el guión. Brian es brillante, y escribió un guión genial. Pudimos decir a los posibles inversores: “No inviertas en esta película si vas a hacerlo sin creer en la magia que contiene”. Sloss no tardó en disponer de unos fondos modestos pero realizables para Amazon Studios. “Amazon es una gran compañía”, admite Sloss, “pero a la vez es muy familiar. Ted Hope (director de producción cinematográfica en Amazon Studios) es alguien con quien crecimos, y es muy cercano a Christine y Todd, alguien con quien hemos trabajado por mucho tiempo. Amazon Studios fue lo suficientemente inteligente como para atraer a un equipo de personas provenientes del cine independiente, y consiguieron a quienes querían”.
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